Como es obvio, al escribir esta columna todavía no están definidos los resultados de la segunda vuelta. El pendiente recuento último de votos y el resultado de las impugnaciones hoy solo nos permiten concluir en que estas son todavía horas de lucha.
Es el momento para que los personeros se jueguen todo en las mesas y que los representantes legales demuestren si aprendieron de las elecciones del 2016, cuando PPK robó la elección de Keiko por apenas un 0.2%.
No se puede ceder ni un milímetro y el anuncio final que se espera para el miércoles en la tarde debe ser resultado del agotamiento de cuanto recurso normativo y procedimental resulte invocable.
Pero hay, en paralelo, otra lucha que no debe parar ni un segundo: aquella de organizar la resistencia en la eventualidad de que Pedro Castillo se alce con la presidencia
Resistir es aguantar el embate de la eventual desgracia de que el Perú empiece a precipitarse en el comunismo. Exige, por tanto, empezar ya mismo la más amplia concertación democrática interpartidaria para, desde ahora, formar un bloque congresal sólido, unido y capaz de actuar como un solo puño ante la más mínima conducta inconstitucional de los comunistas.
Tal vez suene idealista esta convocatoria a la formación de un gran frente plural, pero que sepan todos los dirigentes y militantes de base de partidos, sindicatos y gremios diversos, que si los marxistas llegan a palacio de Pizarro los crímenes de Stalin en la Rusia zarista será pálidas muestras de lo que aquí puede ocurrir.
Resistir es también coordinar con el empresariado y la banca para que cualquier aventura extra constitucional de los comunistas sea bloqueada activamente por las fuerzas económicas – financieras del país.
Quizá sea esto iluso en un país donde campean los negociantes ultra mercantilistas y sin ideología decente, para quienes ser rabonas del Estado es la gran oportunidad de hacer pingües utilidades a través de la corrupción. Pero desde la oposición democrática, republicana y liberal no podemos callar el exhorto urgente de impedir con acciones prácticas la instauración de una dictadura que sería peor que la venezolana.
Resistir, finalmente y si llega la hora, implicará formar unidades de autodefensa ciudadana frente a las milicias rojas que emergerían de inmediato: y, cómo no, convocar a nuestras Fuerzas Armadas y PNP a no cumplir con sueños macabros como la legalización de Sendero Luminoso, el MRTA y la liberación del genocida Guzmán.