Entre los desafíos importantes que ha generado el atento de asesinato de Donald Trump son la unidad y las instituciones federales comprometidas. Trump dijo, “Yo quiero intentar unir este país, pero no sé si es posible. Las personas están muy divididas.”
La estrategia de polarización Alinsky que Barack Obama ha promovido por 16 años, totalmente adoptada por Joe Biden, es la razón por la que esta nación está dividida. Ni una venda, deseo o palabra puede cambiar esto.
Trump dice que el éxito será el unificador por excelencia, pero eso es optimista. Por eso, un gobierno de Trump necesitaría entender la polarización intencionada detrás de nuestra división e identificar los principios fundamentales para unirnos de una manera práctica.
Cambiar el curso no será fácil. El primer paso debe ser remover del poder a aquellos que nos han dividido intencionalmente.
Crear división es un método de conquista. En el trabajo de su autoría de 1971, Tratado para radicales, Saul Alinsky escribió, “Todos los asuntos deben polarizarse… Uno actúa asertivamente solo bajo la convicción que todos los ángeles están de un lado y todos los demonios del otro.”
Entender la tendencia humana de culpar al otro, los radicales demonizan a sus opositores como racistas, homófobos, xenófobos, fascistas, terroristas, etc. El panorama binario de Alinsky de lo bueno versus lo malo divide la sociedad entre víctimas y opresores, promoviendo el miedo y el odio hacia los supuestos opresores.
Las personas embarcadas en esta estrategia –aquellas con síndrome de trastorno de Trump– rechazan reflexivamente todo lo que los supuestamente malos digan, retratando la evidencia y la razón como irrelevante. Los infectados apoyan la penalización arbitraria e incluso la reeducación del enemigo. Esto es la tiranía y donde actualmente estamos ubicados.
La unidad requiere un marco exhaustivo de entendimiento. Comprendido adecuadamente, la unidad no está acordada en posiciones, lo cual es imposible. La unidad está acordada en reglas –en la Constitución– en los procesos legales basados en la aspiración de la aplicación igualitaria para todas las personas. Bajo estas condiciones, podemos introducirnos a debates robustos y la examinación de asuntos que son sanos y necesarios para el progreso humano.
El fallo del 15 de julio de la juez Aileen Cannon sobre el caso de los documentos de Trump provee un ejemplo importante en torno a la unidad. Ella resolvió que el nombramiento del fiscal Jack Smith fue inconstitucional. Los odiadores de Trump desacreditarán esto porque ellos buscan imponer los resultados sin importar las reglas. La actitud adecuada para los detractores de Trump, los proponentes y todos los demás es respetar el imperio de la ley y dejar que el proceso legal concluya.
Los demócratas intentaron pasar un proyecto de ley en 2021 que hubiese prohibido presentar los documentos de identificación como requisito para votar y dejar que el régimen se robe las elecciones. Para asegurar que esta ley inconstitucional no se anule judicialmente, los demócratas propusieron aumentar el número de magistrados de la Corte Suprema con sus aliados. Ellos hubieran puesto a sus partidarios políticos para centralizar el poder efectivamente en la función ejecutiva.
El 15 de julio, Biden llamó a la unidad diciendo, “Podemos estar en desacuerdo, pero no somos enemigos.” Esto contradice la retórica de Biden y acciones desde que tomó el poder. Las acciones legales en contra de Trump evidentemente coordinadas y los dos juicios de Nueva York sesgados en contra de Trump son claros ejemplos. Estos muestran que no hay nada que el régimen de Biden y los demócratas no vayan a hacer para vencer a Trump.
Los motines demócratas que sus socios de los medios calificaron como pacíficos iniciaron en mayo de 2020. Estas terminaron abruptamente en agosto cuando las encuestas evidenciaron que les estaban perjudicando a los demócratas. Black Lives Matter, liderado por autodeclarados marxistas, y Antifa han estado actuando como el brazo violento del Partido Demócrata.
Biden alardeó de perdonar la deuda estudiantil por segunda vez después de que la Corte Suprema lo declaró inconstitucional. Biden y sus medios aliados dijeron tras la decisión de la Corte sobre la inmunidad presidencial que Trump nos convertirá en una dictadura si le dan otro mandato. Como de costumbre, los demócratas y sus aliados se proyectan sobre sus enemigos.
La campaña de Biden se ha basado en demonizar a Trump. Las mentiras de Biden, de las que se hacen eco los medios estatales, sobre su historial no le llevarán a la victoria. La única posibilidad que tiene Biden de ganar, además del fraude, es decir que Trump será un dictador y buscará vengarse de cómo Biden y los demócratas le han tratado y retratado.
Biden ya adelantó que su llamamiento a la unidad duraría poco. Al dar ejemplos históricos de violencia, Biden mencionó el “violento ataque de la turba el 6 de enero”. El falso comité del 6 de enero de Nancy Pelosi violó las normas del Congreso y manipuló las pruebas para llegar a su conclusión predeterminada de la culpabilidad de Trump. Todavía no sabemos el papel del FBI, Pelosi y los grupos violentos conectados con el Partido Demócrata.
Bajo ninguna definición lo sucedido el 6 de enero fue una insurrección. Esto es parte de la estrategia de demonización. Incluso el Departamento de Justicia de Biden no emitió cargos de insurrección en contra de Trump o alguien más por insurrección.
No podemos restituir la confianza en nuestras instituciones sin restablecer una justicia igualitaria libre de política. Esto requiere tolerancia hacia las diferencias, en gran medida destruidas por la estrategia de demonización, que coincide con el gobierno de las élites. Las campañas de Trump y de los congresistas republicanos deberían centrarse en crear apoyo para reformar la burocracia federal y nuestras instituciones de modo que funcionen para el pueblo estadounidense.