La vestimenta de la esposa de Pedro Castillo en una cumbre internacional no es asunto pueril. Las formas llevan al fondo.
El gobernante ilegítimo ha llegado al poder a través de una serie de mecanismos planificados por un amplio equipo de asesores provenientes de la Coordinadora Continental Bolivariana.
Las elecciones, por ejemplo, fueron manipuladas desde el inicio del proceso. Luego, copar todos los espacios de la administración pública en silencio es algo muy bien planificado desde un grupo de asesores y operadores políticos que tienen tras de sí al G2 cubano, entre otros.
La inteligencia extranjera acaba de organizar, por ejemplo, la reunión repentina de unos trescientos motociclistas supuestamente repartidores de comidas so pretexto de celebrar a la selección venezolana de fútbol, hecho que fue, más bien, un ejercicio de la guardia paramilitar que se está formando para perseguir a la oposición al estilo chavista.
Y es esa misma inteligencia externa la que está asesorando el acopio de firmas para “exigir” la convocatoria inmediata a una Asamblea Constituyente orientada a crear un engendro plurinacional, con soberanía relativa y vinculado al proyecto del socialismo del siglo XXI.
En cuanto a la vestimenta de Castillo y su esposa en una cita de mandatarios de América Latina y el Caribe, en México, es evidente que ha sido un gesto político mayor. El profesor ha querido aparecer como un pobre campesino y su mujer como una humildísima provinciana para dar el mensaje de que representan a una nación emergente necesitada de una revolución radical.
Los cabecillas comunistas siempre tienden al histrionismo formal (Fidel y su Habano, Morales y sus trajes, Mao y su uniforme, etc.), pero nada está librado al azar. Todo responde a estrategias de Operaciones Psicológicas desarrolladas disruptivamente para ganar imagen propia y prensa internacional.
Castillo, con su aparente sencillez y el silencio que sugeriría ignorancia, es un subversivo en el sentido más profundo del concepto: ya ha dado mensajes de burla contra el Estado, usando la bandera austriaca en vez de la peruana, portando el sombrero campesino hasta en los salones diplomáticos, utilizando al revés el escudo nacional en la banda presidencial, retirándose injustificadamente de un desfile militar, amenazando a la prensa, nombrando ministros vinculados al terrorismo, manteniéndose callado ante la muerte del cabecilla genocida Guzmán, etc.
No se confundan, estamos frente a un comunista y cada uno de sus gestos debe ser analizado con cuidado. Los rojos jamás dan puntada sin hilo.