Todos los acuerdos eran –dijeron-, necesarios; y se calificaron de esa forma porque argumentaron los medios, las ONG’s relacionadas, los gobiernos y sus aliados de las izquierdas, que esos acuerdos servirían para descubrir la verdad y para que caigan los culpables más grandes. Durante años se repitió el mismo relato por los mismos cuentistas para que al final, o sea ahora, se diga que nada de eso se revelará. ¿Y porqué no? Porque este largo tiempo, el peruano oprimido, la humillada cerviz no levantó y sigue, por los siglos de los siglos, condenado a una cruel servidumbre, hoy como ayer, desde las garras criminales del Foro de Sao Paulo.
Nos trataron como siempre, nos menospreciaron más que nunca y lo peor, nuestras autoridades cedieron ese menosprecio y maltrato, como una compensación por los servicios prestados a la mafia de LavaJato y sus múltiples tentáculos financieros en especial.
El 2 de octubre de 2019, esta noticia fue casi como una “bomba”, siendo en realidad una mascarada:
El equipo especial Lava Jato del Ministerio Público lleva a cabo hoy el interrogatorio al ex representante de Odebrecht en el Perú, Jorge Barata, sobre los “codinomes” empleados por la constructora para el presunto pago de coimas en el país.
¿Qué son estos seudónimos y qué papel juegan en la investigación fiscal? El pasado jueves 5 de setiembre el equipo especial Lava Jato recibió nuevos documentos de Odebrecht sobre pagos ilícitos, por casi 59 millones de dólares a 71 codinomes, entre enero del 2006 y mayo del 2011.
Se trata de las planillas de la denominada Caja 2 del departamento de operaciones estructuradas que registran entregas de dinero por 13 obras y en varias de ellas Odebrecht no había admitido el pago de coimas.
Y el 27 de octubre de 2021, hace apenas un año, la entidad no gubernamental IDL repitió la noticia incierta que un medio afín a ellos publicó:
El Ministerio Público recibió un archivo con 334 páginas que contienen información de los servidores de la empresa brasileña con 112 nuevos “codinomes”. Según el portal IDL-Reporteros, se trata de planillas de órdenes de pagos clandestinos e ilegales que se efectuaron entre los años 2004 y 2011, es decir que involucran obras de los gobiernos de los expresidentes Alejandro Toledo y Alan García.
Además, detallan que los 112 “codinomes” (seudónimos secretos para los receptores de pagos ilegales y aportes de campañas políticas) eran hasta ahora desconocidos. La investigación del caso Odebrecht se encuentra a cargo del Equipo Especial Lava Jato, el cual es coordinado por el fiscal superior Rafael Vela.
Las planillas de pagos ilegales vinculan a obras como: proyecto Olmos, la carretera Interoceánica Sur (IIRSA Sur), la carretera Interoceánica Norte (IIRSA Norte), la carretera Ilo-Desaguadero, la carretera Tingo María-Aguaytía, la Laguna de Oxidación Sur de San Bartolo, la construcción de la represa Marcapomacocha, entre otros.
¿Porqué se dijeron cosas que no constituían elementos contundentes, reveladores y lo peor, totalmente falsas para dejar de cumplir con una investigación tan importante y tan esperada por la ciudadanía?
“Es por dinero, es por poder” responde la gente en la calle, en su malestar y en su tristeza, porque en el Perú no pasa nada con los ladrones, al contrario, pueden volver a ser poder y pueden seguir condenando a la justicia.
Odebrecht –es decir, Brasil con Lula-, inventó un sistema, “una red de corrupción y manejo de relaciones con los que deciden las cosas” y con los que “influyen para esas decisiones”. En ese entramado o telaraña, cabían medios de comunicación, operadores de intereses, gestores financieros, la academia en un rol espantoso como sala de exhibiciones, recomendaciones y acuerdos previos, representantes de partidos políticos, gremios y sindicatos, candidatos y elegidos, y finalmente, como era de suponerse, miembros de las fuerzas armadas y la corrupta policía que defiende delincuentes.
Los delincuentes condenaron a la justicia, los delincuentes eran defendidos por las fuerzas del orden, los delincuentes tomaron el poder de la academia, los delincuentes son el poder absoluto.
Hoy todo lo que se diga será lo mismo, porque no va a pasar nada.
Las pruebas no solo serán insuficientes, sino que no será necesario descartarlas, porque no habrá legalidad ni legitimidad en procesarlas: las armas, las balas, el cadáver, la sangre, el dinero robado y descubierto, los pistoleros, todo fotografiado, filmado y con malhechores aceptantes de sus culpas, son intocables. Todo desaparece, menos el perjuicio al Perú y a los peruanos que seguimos, oprimidos, sin levantar la humillada cerviz.
La verdad nunca se va a conocer.