Es impresionante el comportamiento de los ciudadanos que viviendo o mejor dicho sobreviviendo a otro gobierno más -que se caracteriza por el enredo de sus posiciones y contradicciones-, no decide hasta ahora por quiénes votará en las elecciones municipales y regionales que en pocos días nos moverán ilusiones, nos causarán esperanzas y quizás, nos condenarán a más decepciones de las que ya acumulamos demasiadas en los últimos años.
No entendemos aún o no queremos entender nunca, que en los gobiernos locales nace la fuerza del sustento de una democracia que se fortalece con el ejercicio del voto desde cada familia, en una secuencia de “ir hacia más”, creciendo en instancias y responsabilidades (de gobierno y de personas).
Por eso es que cualquier incompetente, muchos sinvergüenzas y demasiados ladrones están en carrera por el sillón municipal o regional, junto a sus cómplices. No se trata de lo que debería ser: candidatos y colaboradores. Y resulta evidente, en esta oscura realidad, que se ha trastocado tanto lo natural (principios, valores, virtudes) como lo político (servicio, honestidad, transparencia).
Las elecciones municipales no despiertan interés en los vecinos, en los pequeños negocios, en los informales ni en los transportistas, porque todos consideran que se trata de un cambio “normal” de corruptos y la continuación de la impunidad, que todo va a seguir igual y que hay que mirar de lejos para no tener problemas.
Nos acostumbramos a recibir la condena que nosotros nos estamos imponiendo, en vez de darle al Voto una voz de protesta y de respuesta a todo lo negativo y obstructivo que sufrimos a diario. Así, callamos, elegimos mal, simplemente seguimos mirando de costado.
En Lima por ejemplo, ese gran país alterno que dice ser parte del Perú pero parece competir por liberarse de sus complejos, se cuentan varios candidatos que no podrían ni siquiera ser admitidos en una jornada de sanación, porque sus pecados son la carne que los integra en sus males. La mayoría son postulantes a verdugos de la vecindad y lo sabemos.
Mirando a cada lado, limpiando los escombros, uno, tal vez dos candidatos son gentes decentes que tienen que enfrentarse a los verdugos y sus verduguillos hirientes de maldades. Esa es la realidad, hay muy poco por escoger y se tiene que elegir ahora, no se trata de no hacerlo, sino que es una urgencia de la hora presente.