Cuando uno observa el comportamiento, las palabras y las acciones de los que se dicen ser los auténticos representantes “del pueblo”, ya se sabe que las mentiras tienen rostro de izquierda, porque nada de lo que se manifiesta desde ese costado es cierto, nada.
Es tan triste que las evidencias de ser nada, no representar a nadie y carecer de futuro aparecen como abundancia, que resulta inevitable hacer un ejercicio simple de revisión en casi cualquier medio para constatar que los de las izquierdas no tienen ni ideas, ni propuestas, ni argumentos, ni nada que sea inspiración o piedra de construcción de algo razonable. Están, como siempre, dentro de sus slogans o gritos, y no salen de allí. Por eso la gente no les cree nada, porque no son nada.
En algunas ocasiones discutimos sobre lo que algunos dicen como “esperanza”: que es necesario, que sería importante contar con una izquierda pensante, con ideas, que sirva para el debate, que tenga aprecio y voluntad para el diálogo…. ¡que estupidez! La izquierda y las izquierdas (el monstruo y sus crías), no tienen y nunca han tenido ideas, porque ellas sólo quieren destrucción, caos, anarquía y muerte. Jamás buscan o promueven el diálogo porque las izquierdas son por naturaleza excluyentes, sus dirigentes son racistas y clasistas, más allá de sus propias excentricidades y tormentos.
A la izquierda y a las izquierdas del odio y la venganza por resentimiento y envidia hacia los demás, les apetece la sangre ajena, el dolor de otros, la miseria de muchos. Por eso crearon el terrorismo y las acciones subversivas ¿o no es así? Por eso se victimizan usando a los que consideran “inútiles para dirigir, útiles para sufrir”. Revisen y verán: Ni un solo dirigente de izquierda, de esos que salen en la televisión, que lloran en las radios o que declaran tonterías a los periódicos o cuelgan más tonterías en algunos medios digitales, ni uno de ellos ha sido capaz de estar en la primera línea en una protesta, sosteniendo una bandera para conducir a las masas en una lucha popular, porque esos dirigentes son impopulares, son cobardes, “son mercachifles billeterizados”, no se mueven a menos que les paguen y sea bastante. Por eso, repito, por eso, empujan desde afuera y reclaman desde lejos.
Y todo eso ahora, las conduce a un trágico escenario: el drama de las izquierdas del odio está subiendo de torpezas y frustraciones hacia lo que pueda resultar escandaloso y explosivo. Buscan generar muertes, tratan afanosamente de implorar que una bala sea disparada y le caiga a quien está de curioso, circulando de casualidad o tal vez envuelto en la creencia que en esas calles se alzan voces de reivindicación popular, pero no es así. Es una emboscada planificada contra el Estado y contra la población para que desde alguno de esos dos lados nazca el detonador.
Nosotros estamos en contra de la violencia de las izquierdas, estamos en contra de los acuerdos secretos del gobierno con las izquierdas (para que uno esté de un lado o del otro, para que los ciudadanos se confundan y elijan o izquierda o gobierno, cuando nuestro lugar es alejado de ambos extremos).
La Derecha no sigue al gobierno, le exige que cumpla y respete la Constitución. La Derecha no tiene que acordar nada con la o las izquierdas, que no dicen lo que piensan, porque no piensan lo que dicen.