Con diez minutos de retraso respecto a la hora prevista hemos asistido al fallo del Premio Nobel de Economía 2021. El galardón, que incluye un premio de casi un millón de euros, ha recaído este año a partes iguales sobre David Card por un lado, y al trabajo conjunto de Joshua D. Angrist y Guido W. Imbens por otro, por su trabajo relacionado con el mercado laboral, los salarios mínimos y la educación mediante el uso de los denominados experimentos naturales.
En un mundo en constante cambio se ha premiado a aquellos que han sabido explicar cuáles son las causas y consecuencias de estos cambios. En las ya clásicas quinielas aparecía destacado Joshua D. Angrist.
Con este galardón, el Banco de Suecia continúa con el coherente relato que lleva realizando, especialmente durante los últimos años. Los tiempos en los que se premiaba a sesudos modelos teóricos que trataban de explicar la realidad han quedado atrás. Primero internet y luego la pandemia han provocado la irrupción de un nuevo mundo; nuevos modelos de relación, complejidad, migraciones y una gran pregunta: ¿qué vamos a hacer con la creciente desigualdad social?
El debate sobre la renta universal, el ingreso mínimo vital o el salario mínimo está abierto, y el Banco de Suecia no se ha escondido. Demuestra ser valiente, es consciente de los tiempos en los que vivimos y propone una herramienta para entender la realidad cada vez más compleja: los experimentos naturales.
Ruptura con el pasado: los experimentos naturales
Los galardones de finales del siglo pasado premiaron a los académicos que contribuyeron a definir los fundamentos de un sistema financiero industrial (Merton en el 87 con las teorías del crecimiento, Markowitz, Miller y Sharpe en 1990 o Merton y Scholes en 1997 con sus modelos financieros) ya obsoleto en gran medida. Se premiaba a una ciencia de salón, de aula de universidad.
Con clara intención de ruptura con el pasado se premia este año de manera directa a los experimentos naturales. Los niños nacidos al principio del año sacan mejores notas que los que han nacido al final. ¿Cómo podemos estudiar el efecto del deporte en la salud? ¿Cómo podemos estudiar el impacto del salario mínimo en la población? Pues con experimentos naturales. Analizando la cambiante realidad, con muchos riesgos, pero sin abandonar el camino de la ciencia. Se está premiando a una ciencia que pisa la calle, que vive en constante contacto con la realidad.
Convergencia entre disciplinas: psicología y sociología
Durante este nuevo milenio, la situación ha cambiado con la irrupción de internet. Los primeros años de manera tímida (Kahneman y Smith en 2002) la academia sueca empezó a valorar la importancia de la psicología del inversor, para luego ya directamente premiar tanto a los investigadores de burbujas (Shiller en 2013) como al Behavioural Finance aplicado a políticas públicas con Thaler en 2017. Ya no solo hay matemáticas y economistas clásicos: la realidad es cada vez más compleja y hay que buscar respuestas en otras disciplinas.
En este sentido, la ciencia se transforma. Ya no hay condiciones de laboratorio limpias, cada vez es más difícil hablar de condiciones Ceteris Paribus. Las ciencias conductuales llegan con este premio todavía más lejos. Hasta este punto hemos llegado al entendimiento desde la teoría, ahora somos capaces de hacerlo desde la práctica, juntando el trabajo de los psicólogos teóricos con la práctica real.
Un mundo nuevo
En paralelo, especialmente durante estos últimos años, ha sido inevitable poner el foco en los grandes problemas que nos acompañarán durante los próximos años: la pobreza (Banerjee, Duflo y Kremer en 2019), el cambio climático (Nordhaus en 2018) o el impacto de la tecnología (Paul Romer también en 2018).
En este sentido convergen todas estas disciplinas con el galardón de 2021. Los experimentos naturales que llevan observando desde hace años los galardonados permiten construir un nuevo mundo. La gente joven tiene una relación completamente diferente con el entorno, gracias a la tecnología. El salario mínimo como ancla, el ocio y la formación juegan un papel clave en este nuevo mundo.
No es casualidad que varios de los experimentos hayan estado relacionados con las bicicletas y la salud, tampoco lo es el número de horas dedicadas al trabajo con personas que tenían trabajos con muy baja remuneración en cadenas de comida rápida. La bicicleta es salud, al mismo tiempo ocio, pero también una de las principales herramientas de trabajo de los riders (conductores de bicicletas que llevan pedidos a domicilio).
¿Cómo se puede estudiar en su conjunto toda esta complejidad? Pues con los experimentos naturales.
Nota de redacción: El autor del presente artículo es Luis Garvía Vega, Director del Máster Universitario en Gestión de Riesgos Financieros (MUGRF) en ICADE Business School, Universidad Pontificia Comillas. Se publicó originalmente en The Conversation www.theconversation.com
Fotografía: De izquierda a derecha, David Card, Joshua D. Angrist y Guido W Imbens, ganadores del Premio Nobel de Economía 2021. Niklas Elmehed / Nobel Prize