Entender que detrás de tanta violencia se encuentra una organización criminal muy activa, cuya escencia es estrictamente política, cuesta de entender, sobretodo cuando en el tiempo parecía que las amenazas de un resurgimiento de la violencia terrorista, eran prácticamente imposibles de sucederse.
Tanto el MRTA o movimiento revolucionario Tupac Amaru, como el partido comunista Sendero luminoso, estuvieron “apagados públicamente”, pero encendidos clandestinamente mediante sus programas de ideologización de masas, reinicio de la tarea de formación de cuadros y reordenamiento de sus finanzas, es decir de los millones de dólares obtenidos durante más de una década, mediante robos, asaltos a entidades bancarias, bolsas de dinero a cambio de la vida de empresarios secuestrados, extorsiones a comercios y negocios, cuoteos a personas que chantajeaban para no agredirlas o revelarlas públicamente como ex cuadros de sus organizaciones -para no delatarlos, para no traicionarlos- y también, “el cambio en las estrategias de respuesta al Estado que se debe destruir desde adentro y desde afuera, pero no con la lucha armada, sino con la planificación de la violencia activa”… ¿Qué significa eso? Terrorismo, simple y llanamente terrorismo.
Que algunos no lo entiendan es comprensible, que otros lo nieguen es de saberse, pero que la mayoría de medios de comunicación no lo hayan revelado o no hayan permitido que se haga de conocimiento público es complicidad (a lo largo del tiempo). Y todo esto ha seguido una secuencia y el manejo de escenarios de violencia que van desde simples movilizaciones (el ejercicio de la calle), hasta las formas en que se hacen ataques a instalaciones estratégicas (aeropuertos, plantas de bombeo de gas, plantas de tratamiento de agua potable, centros de producción minera, oficinas públicas donde se archivan expedientes judiciales). Esa suma de objetivos no es una casualidad, sino que se encuentra establecido en la tarea de “tomar y arrasar, distraer y confundir”, mediante la cual el ingreso a un aeropuerto para destruir las luces y señales de la pista de aterrizaje (provocar el cierre del aeropuerto y dificultar el aterrizaje de transporte aéreo) distrae otro objetivo no menor que corre en paralelo, al mismo tiempo: la desaparición de expedientes fiscales y archivos referidos a investigaciones sobre el narcotráfico, trata de personas y contrabando.
Es un doble juego: la acción seguida de infiltración y conquista de territorio físico (aeropuertos, plantas de hidrocarburos, centros mineros, carrreteras, puentes) generando impacto de mayor intranquilidad en la población (idea de aislamiento y desabastecimiento) y al mismo tiempo, labor de “limpieza rápida” de antecedentes y procesos en curso -de los socios de la política militante de las izquierdas-, para facilitar los negocios del aliado financiero número uno de los herederos del MRTA y Sendero luminoso. Y a la misma velocidad, distribuir mensajes frecuentes (eso es la propaganda repetitiva, mentalizadora por señas y toques, por tintineos constantes) en todas las redes sociales, tratando de hacer que las convocatorias y movilizaciones surgan de esa fuente virtual (un espacio que no logran dominar aún, todavía).
¿Cómo se esconden, cómo se victimizan al ser descubiertos los comunistas que no quieren decirse lo que son: comunistas? Primero, negándose como tales y afimándose en nombres como progresistas (progres), ambientalistas, feministas, promotores de derechos humanos, dirigentes populares, activistas sociales, luchadores por “especialidades” sindicales, pesqueras, mineras, comunales, magisteriales o en categorías de supuesta multitud de seguidores detrás de cada uno: ronderos, reservistas, frentes de defensa… como ven, la imaginación y la actuación extremista no es menospreciable, están haciendo su trabajo de masas y eso es lo que hay que observar y eliminar en cuanto al daño que producen.
La batalla cultural es otro nivel, aquí estamos en la guerra de la calle y las redes (la nueva calle). Y es en estas dos vías que el terrorismo está activando cuadros que trabajan “mensajes y acciones” que siembran el odio e impulsan el resentimiento, que inyectan una sensación de “nueva justicia, frente a viejas denuncias” y muestran solidaridades de alquiler temporal, que aparecen y desaparecen para mostrarse tristes, compungidos y heridos en su propio ser (pura hipocresía por cierto) , cuando una acción violenta es reprimida también con violencia –por ejemplo-.
Se justifica toda agresión y ataque con violencia –reitero, como si fuera lo “justo”- y se ataca cualquier respuesta del Estado, colocando al gobierno –en este nuevo escenario- como si fuese el enemigo.
El balance, el péndulo creado es convertir las acciones extremistas de las izquierdas como una acción natural, lógica, normal y necesaria mientras que al otro lado, se coloca al Estado como represor, asesino, excluyente y opresor. ¿Y al medio? Usted y su familia, en silencio aguantando y observando, o activando su participación en el rechazo a la violencia del comunismo vestido con el disfraz de la nueva hipocresía: “demócratas”.
¿Cómo se participa rechazando al comunismo, al terrorismo? Leyendo más y mejor, informándose de fuentes confiables, hablando con personas que no justifican el odio y la violencia como método de hacer política, educando a los hijos y a los amigos cercanos -todos los días- en la defensa de valores y principios, participando en política individualmente o en un movimiento, agrupación o partido… amando al Perú, sobretodo amando al Perú.