Estamos sumergidos en una especie de “explica pues”, cuando esa famosa frase de la comprensión lectora no se pone en práctica y como reacción inmediata –sin leer, evidentemente-, alguien reniega sin entender nada, sin haber comprendido lo que se escribe y entonces bloquea, insulta, agrede, se ofende y se molesta hasta sepultar por completo al que no supo comprender en su expresión y vocabulario.
Bueno pues, sucede y no estamos tampoco para hacer labor de kindergarten con los políticos y sus secuaces.
Lo entretenido de esta semana es que a los diez candidatos a la Alcaldía del Perú, es decir de Lima, se van sumando gentes seguramente de buenas intenciones, pero de un absoluto desconocimiento de la ciudad y de la gestión municipal (eso es lo peor). Gentes que consideran que insultar al adversario político es un pre requisito, gentes que sienten que lo que han hecho –nada en realidad- es suficiente para impulsar su candidatura en nombre de algún grupo político de alquiler o por invitación de un partido con vigencia en los registros. Hay para alquilar, hay para estar alquilados.
La ciudad capital de este país llamado Lima, que pretende ser siempre la voz de ese otro país llamado Perú, se convierte cada cierto tiempo en la piedra filosofal, en el botín del pirata y el cancerbero, en la cuerda del verdugo o en la oportunidad de gobernar. Se puede escoger el delito, el drama y la consecuencia, así es Lima.
Pero lo singular en medio de todo esto es que parten con mucho tiempo de anticipación los nominados al “Oscar limeño” y ni siquiera han rodado la película, están sin maquillaje y no tienen guión. Esa es la improvisación eterna con tal de ser luego “Excandidato a la Alcaldía de Lima” como parte de currículums vitae de fracasados políticos, decadentes demagogos (los hay ilustraditos por si acaso), singulares populistas que ofrecerán lo inimaginable con tal de captar votos y luego… agarrar comisiones, adendas y contratos sucios. ¿No es así vecinos de una ciudad lumpen?
Los presidenciables rechazados y los presidenciables inventados en alguna marcha están en oferta o se ofertan al mejor postor. Algunos consiguen elementos serviles de ocasión, han bajado los precios, ha caído el desnivel.
Alcaldes incompetentes quieren subir de grado. Congresistas de paso olvidado, quieren un sillón en vez de su curul. Los hay rojos, azules, naranjas, amarillos y color inventado, pero ni uno solo –hasta ahora- tiene los requisitos que toda Autoridad debería poseer, ese es el drama nuevamente, pero ahora, para la Alcaldía, para miles de alcaldías también. Por eso se alquilan procesados, sentenciados “que ya están limpios”, odiadores como cancha, acomplejados y dueños de otros complejos, cargadores de imágenes y zahumadoras, todo cabe, todo se compra, todos se venden para Lima, ese país tan grande como sus divisiones y fragmentaciones.
No entienden que la maldición no es la base para construir la oposición y poder unir un mensaje y una agenda en la alternativa popular de gobierno que las ciudades reclaman, que las familias exigen, que los ciudadanos esperan con urgencia.
Con un desastre de gobierno que sigue construyendo el camino hacia el comunismo, se le regalan oportunidades a los extremistas de la ultraizquierda, por querer ser todos “alcaldes de Lima”… ¡Imbéciles!