Me causa mucha cólera lo que algunos llaman “oposición al gobierno”, siendo una suma de divididos que se esmeran en salir en cualquier medio de comunicación como si fuesen héroes de algo, mientras se desesperan por llegar a lo que sea, cuando sea, como sea, pero siempre para succionar las arcas del Estado. Es la imagen de los mercenarios de la política peruana –de derecha, de izquierda, de eso que dicen ser centro también-, pero queriendo reemplazar a otros mercenarios de la misma sucia y repugnante política peruana que gobierna hoy en día, con otra suma de divididos.
Es la misma moneda sin valores, con los mismos sellos y rostros, pero en diferentes etapas de cambio.
Mientras los ciudadanos más comprometidos con la protesta por una mejor Democracia y una mayor Libertad marchamos, nos movilizamos, escribimos, opinamos, reunimos colectivos, dedicamos tiempo y esfuerzo en algo que nos parece prudente y convocante para la tarea que nos obliga a no ser simplemente electores cada cinco años, los autodenominados “líderes” de la oposición se llenan de poses y frases, usan las marchas para ellos mismos, se suben a empellones a los estrados, se colocan en primera fila para la foto del Facebook y el selfie en Twitter e Instagram, piden apoyo pero en billetes y hasta con yapeo, algunas lloran con fingida emoción, pero igual, los demócratas tontamente alentamos que todos estén, hasta que nos cansa que a todos nos mientan, porque nos mienten igual que el gobierno miente en un país donde la mentira es el ADN.
Así, agazapados en la oscuridad de la medianoche fría de una Lima enrejada en el centro de sus decisiones nacionales, la desconocida “Lady”, candidata a la presidencia del Congreso de la República, ingresa con sus aliados a Palacio de Gobierno para concertar una reunión que nadie sabía se estaba por realizar (salvo claro está, su jefe, el impedido de ingresar a los Estados Unidos de América). A oscuras todo, como a oscuras hacen sus tratos contra el país, decidieron unir cual pecador Fray Martín de Porras al consorte de las tesis fraguadas, a la mancha roja que se junta y se separa para volver a juntarse, a los hoy fujimoristas de horas caviares y por supuesto, a cuanto niño de pecho de alquiler se siente en la necesidad de seguir consiguiendo prebendas a cambio de un voto. Fueron a Palacio unos cuantos y luego se fueron a celebrar en mancha la traición consensuada.
Lo que parecía un consenso lógico –la elección de la señora Echaíz-, fue un globo de ensayo en el que cayeron tontamente algunos, fue “una sembrada con embarrada” para engañar a dicha dama que dentro de todo, salió del ambiente acuñado por el mercantilismo, para refugiarse en Renovación Popular, al menos por el momento.
Como ustedes pueden ir deduciendo y comprobando, mientras nos hacían el cuento de la elección de una persona competente para la presidencia del Congreso de la República, porque con la actual nada ha ocurrido como contundente y permanente demostración de independencia de poderes y ejercicio pleno de la Constitución, los partidos aliados del gobierno (esos con máscara de un día oposición y al siguiente rendición, traición o sumisión) se hacían los amigables con la poca oposición transparente que sobrevive todavía, y parecían estar construyendo la opción Echaíz, así como el soporte que ello debía significar pronto. Pero no fue, no era así.
Hoy como ayer, hoy como antes de ayer, hoy como siempre, nos mintieron y nos vuelven a decir eso de la gobernabilidad, esa patraña de ser vigilantes, esa mentira de estar trabajando “hasta que caiga”. Y no va a caer si todo esto sigue igual, con la misma mentira cada semana, con los mismos mentirosos siempre.
Este 28 de julio se anuncia una nueva marcha, esta vez hacia Palacio –reclama la gente, exigen los ciudadanos-, pero no se leen convocatorias institucionales de respaldo, de motivación y unidad en la protesta y la respuesta, sino comunicados “suavecitos, pinkis y dialogantes” pidiendo, solicitando, rogando que el ladrón deje de robar y se vaya.
Hoy no quiero decir los nombres de los y las mentirosas, de aquellos en quienes creímos que podían ser referentes o convocantes. Hoy la cólera crece con el hambre y la miseria y tal vez se logre reconvertir la protesta en una fuerza de oposición valiente, constante, contínua, frecuente. Hoy no debemos creer como ayer, porque no merecemos más engaños.
Es verdad eso de que se vayan todos, absolutamente todos, y que no vuelvan jamás.
Imagen referencial, Diario Gestión