La idoneidad de vida de una persona no depende de una acción determinada, tampoco de un período de tiempo que haya vivido con determinadas circunstancias sino de la conducta que esa persona haya tenido durante toda su vida.
Las personas pueden mejorar o empeorar, depende de la lucha y el esfuerzo que hayan puesto y de la ayuda recibida por parte de terceros. No todo sale bien en la vida, todas las personas cometen errores y estos pueden ser graves. No es correcto juzgar a las personas por sus errores, hay que mirar también sus aciertos.
A un entrenador de fútbol le puede ir muy bien con un equipo y muy mal con otro. Los juicios que habitualmente se hace de los entrenadores dependen de los resultados que haya tenido. Un gran entrenador, que además es una persona excelente, puede ser catalogado como un desastre, si le fue mal en una temporada con un equipo. Ese entrenador puede perder su puesto y la confianza del club deportivo y de sus hinchas. Si al entrenador le va bien y su equipo campeona, los hinchas piensan que es el mejor de todos y hasta son capaces canonizarlo. Así de superficiales son los juicios humanos.
Los agentes de seguridad, los policías y los médicos, se juegan el prestigio en sus intervenciones. Por un pequeño descuido se exponen a ser acusados severamente y por una sola acción que duró minutos pueden destrozar su hoja inmaculada y meritoria de servicios que les costó toda una vida.
Para evitar estas situaciones, que algunas veces son inevitables, se hacen necesarias unas medidas de seguridad y protección por parte de las autoridades. Medidas que llevan consigo un buen adiestramiento y un material moderno de primer orden. Por ejemplo la ropa que emplean los médicos para evitar contagiarse debe ser de calidad para que ellos se sientan realmente protegidos, lo mismo las mascarillas, tanto para el personal sanitario como para la policía.
La informalidad se nota también en los procedimientos cuando los protocolos no están bien pensados. La baja calidad de los protocolos, aunque se vivan al pie de la letra, pueden causar graves inconvenientes que pueden terminar en una tragedia.
Los protocolos se deben usar con sentido común. Puede haber situaciones que escapan de los protocolos establecidos o simplemente que se vea que no hace falta seguirlos al pie de la letra. El exceso de protocolos puede crear una burocracia absurda que no es propia de personas inteligentes. Los agentes de seguridad, los policías, el personal sanitario y los médicos deben tener generosos espacios de libertad para que ellos decidan, in situ, lo que es conveniente hacer.
Fotografía referencial, Sereno en control para comerciantes, Municipalidad de Chachapoyas.