Hoy, quizá más que nunca, se requiere en las personas sensatez y cordura para salir adelante en situaciones adversas de pandemia y trabajos virtuales.
El 2020 ha sido un año experimental donde muchos ganaron en experiencia para poder manejarse en situaciones límite.
Las situaciones fueron distintas, unos pudieron poner los medios a tiempo para resistir los contratiempos y limitaciones, otros perdieron la serenidad por estar encerrados en espacios estrechos conviviendo con otras personas. Algunos sufrieron trastornos de ansiedad que comprometieron su salud mental, tampoco faltaron quienes originaron conflictos en sus propias casas: peleas familiares, discusiones y situaciones de violencia, tal vez porque tenían una sola computadora o un solo celular para todos y tuvieron que turnarse para que los chicos pudieran conectarse a sus clases y los mayores a sus trabajos. Muchos sufrieron la pérdida de un ser querido o de una amistad.
Experiencias interesantes
Al margen de las situaciones difíciles, la experiencia también podría calificarse de positiva y edificante, porque se aprendió a vivir en situaciones apremiantes y difíciles, ahorrado gastos y aprendiendo nuevas técnicas. Nunca podremos olvidar el testimonio maravilloso de quienes entregaron sus vidas para salvar a otros, los casos se fueron multiplicando a lo largo 2020 y continúan el 2021. Tenemos vidas ejemplares de heroicidad y santidad por todo el mundo, que la historia recogerá en el futuro.
Los confinamientos, cambiaron la vida de todos, y contribuyeron a buscar nuevas estrategias para arreglar las cosas y salir de las dificultades. Incluso las exigencias de los mismos protocolos y la incertidumbre creciente, se convirtieron en incentivos para motivar la creatividad y encontrar soluciones, realmente ingeniosas, para palear las dificultades.
Las virtudes de la pandemia
Se podría decir que la sociedad en general creció en sensatez y cordura. Muchos han aprendido a vivir en paz y salir adelante a pesar de los peligros latentes de una pandemia agresiva y traidora. Una vez más quedó demostrado que las experiencias duras también sirven para aprender y rectificar los rumbos.
Un espaldarazo a la familia
Un capitulo importante a tener en cuenta en el año precedente es el de las relaciones familiares. La familia, que ha sido tan atacada en los últimos tiempos, encontró una buena oportunidad para reforzar la raíz de su existencia.
Muchos hogares, en el mundo entero, se organizaron y se unieron para cuidarse de no ser contagiados. Esta circunstancia ayudó a que se consolidara la unión familiar. El estar juntos para salir adelante frente a un enemigo que los podría destruir fue, en la mayoría de los casos, un magnífico estímulo para hacer crecer el amor entre los integrantes de una misma familia.
Las relaciones familiares se tonificaron con los encargos que cada uno tenía en su casa: limpieza, preparación de la comida, cuidar a los mayores o a los niños, salir a comprar, ver juntos algún programa de televisión o una película, rezar juntos. Los medios electrónicos de comunicación jugaron un gran papel decisivo que favoreció a la unión familiar: zoom con el resto de la familia, comunicación con los amigos, asistencia a la Santa Misa, recepción de clases, participación en juegos, etc.
La alegría de vivir para servir
Para lo que queda de pandemia, Dios sabe cuanto, ya se ha ganado en experiencia y sobre todo en sensatez y cordura. El futuro hay que tomarlo como viene, poniendo siempre los medios que están a nuestro alcance para salir adelante y para ayudar a las personas que lo necesitan más.
Todo tiene una explicación; con el tiempo, si sabemos estar en nuestro sitio trabajando bien y sin hacer escándalo, tendremos una mejor visión y las cosas se habrán arreglado antes de tiempo.
Nada que lleve a la violencia puede ser edificante y constructivo. La solución no es arrojar una bomba. El camino sensato es el de la comprensión y el perdón, para que las relaciones humanas tengan más calidad. Es el camino que nos enseñó Jesucristo y está vigente, (P. Manuel Tamayo).