El cristianismo nos invita a centrar nuestra vida en Dios, a confiar en Él y a considerarlo el Señor de la historia. Nos pide amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
La globalización nos pide en confiar en unos hombres que nos van a alcanzar todo lo que necesitemos a nivel mundial, solo tenemos que estar de acuerdo y poner de nuestra parte todo el esfuerzo para lograr esta unificación universal. Es una especie de acuerdo o tratado a nivel mundial que consigue un sistema que funcione para todos.
El cristianismo busca la libertad de cada hombre librándose de la esclavitud del pecado. Esta libertad solo se puede conseguir con la verdad y la verdad es Cristo, que viene al mundo para quedarse en él hasta su culminación.
La globalización invita a un pensamiento único, a un estar de acuerdo con lo que se propone y por lo tanto habría que eliminar lo que se considera oposición.
La oposición más fuerte que encuentra el globalismo es el cristianismo, porque si atendemos a la doctrina cristiana que tiene su fuente en la Revelación, no estaría permitido el aborto, la eutanasia, las relaciones sexuales con personas del mismo sexo, y el matrimonio homosexual.
Con el cristianismo interviene Jesucristo con una prédica que es doctrina para toda la humanidad. No es una ideología, es la verdad que necesita conocer cada persona para conocerse a sí misma y entender cuál es su finalidad. La doctrina cristiana se resume en los 10 mandamientos, que también son ley natural porque cada persona los tiene en su propia naturaleza.
La globalización tiene como moral a lo que sea conveniente para la realización del plan global sacando la bandera de la libertad absoluta, que se opone a la ley natural y a los mandamientos señalados por el cristianismo. Es una propuesta mentirosa porque están “inventando” una verdad apoyada en la “ciencia” y en consenso mundial. Como si la verdad fuera consecuencia de la libre elección democrática.
El cristianismo enseña los principios morales que todo hombre debe reconocer: el amor a la vida desde la concepción y hasta la muerte, la unión del matrimonio entre un hombre y una mujer para formar una familia que se instaura como la célula básica de la sociedad, donde los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos.
El globalismo pretende expulsar a Dios y poner al hombre como centro de la sociedad y que todo gire en torno a él, como ser libre que debe ser respetado por todos sin ningún tipo de discriminación. Es pretender que el antropocentrismo global construya un paraíso terrenal, algo que el marxismo también pretendió.
El cristianismo predica que hay otra Vida en la eternidad, que es el Reino de los Cielos y que todos estamos llamados a llegar allí. Jesucristo viene al mundo para predicar el Reino de los Cielos y a liberar al hombre de la esclavitud del pecado. El hombre es libre cuando vive de acuerdo con la verdad y tiene claro su fin. La Iglesia recuerda que todo ser humano debe ser teocéntrico.
El globalismo predica como ideal una utopía de querer hacer un paraíso sin Dios. Los protocolos que propone son en el fondo modos de ir contra Dios y la religión, como el marxismo y el liberalismo absoluto.
Hoy nadie puede afirmar con fundamento que el marxismo es compatible con el cristianismo, tampoco se puede afirmar que la globalización lo es. Frente a esta realidad los cristianos no podemos estar en babia. Urge despertar y reaccionar para que no nos metan nuevamente en las catacumbas. (P. Manuel Tamayo).