No hace falta estar en una guerra para tener la sensación de caminar con una gran inseguridad pensando que en cualquier momento nos podría estallar una mina que nos cambie la vida.
Nadie está libre de esa posibilidad: nos podríamos infectar de Covid en el momento más inesperado, sin que nos demos cuenta, solo por habernos desplazado un poco por la calle, o al hacer una visita familiar, y de pronto nos agarra de sorpresa.
Podría ocurrir también que, al salir a la calle, un asaltante en moto nos quite lo que tenemos y que además nos pegue un disparo que acabe con nuestra vida o nos deje inválidos.
Una tercera posibilidad es que, siguiendo estrictamente los protocolos establecidos, perdamos el trabajo, porque el negocio no resiste más y quiebra, o porque el puesto que teníamos ha sido eliminado.
Ingratas sorpresas
Hoy todo ocurre de modo sorpresivo e inesperado para las grandes mayorías. Las sorpresas, de esta época, en las actuales circunstancias, no suelen ser alentadoras, son más bien dramáticas, con algunas excepciones, ¿Quién no ha recibido este año varias llamadas con noticias trágicas y desalentadoras?
Un desafío para todos
Estas nuevas circunstancias, que nos tienen en vilo, podrían terminar, si nos proponemos ganar, cada uno, en virtudes humanas para conseguir poner lo mejor de nosotros mismos.
Hace dos años nadie se imaginaba lo que ahora estamos viviendo, si alguien nos lo hubiera profetizado lo calificaríamos de tremendista o de loco. Sin embargo esta realidad que a nadie gusta, ha creado héroes y santos.
Algo que todavía no se conoce bien y que está en la vanguardia de la solución
Es impresionante observar el ambiente que se ha generado en muchos hospitales y clínicas. Muchos profesionales de la salud, médicos y enfermeras volcándose en atenciones con mucha delicadeza y cariño a los enfermos y a sus familiares.
Es una actividad que no para, día y noche y todos los días.
Los enfermos siguen llegando y las atenciones siguen funcionando en medio de graves complicaciones por falta de recursos. El recurso que no falta, en la mayoría de los casos es el humano, que tiene, en las actuales circunstancias, un enorme valor. Se habla y se dice poco de estos valores de primer orden.
En las circunstancias actuales lo importante es lo urgente
Las preocupaciones de las autoridades y del poder mediático van por otros derroteros, y tienden a ser más políticas o protocolares, que humanas.
La incertidumbre continúa, no se sabe hasta cuando. En algunos lugares parece que la luz empieza a llegar, pero no es seguro, continúan las “amenazas” de una tercera ola. La guerra todavía no está ganada y no sabemos cuánto durará. Seguimos caminando en un campo minado.
Lo que se requiere es la entereza humana que dan las virtudes, que es lo opuesto al egoísmo. Es una unidad tejida con el amor humano auténtico, el amor por el prójimo sin hacer acepción de personas y evitando la descalificación de las mismas.
Ayudemos a todos sirviendo a todos. Esto ahora es lo importante que nos pone en condiciones para atender todo lo que es urgente. El país necesita un nivel alto de virtudes humanas en su población. Con la ignorancia y la dejadez indolente pisamos todas las minas y quedamos destruidos.