“La libertad de prensa o la libertad de los medios de comunicación es el principio de que la comunicación y la expresión a través de diversos medios, incluidos los medios impresos y electrónicos, especialmente los materiales publicados, deben considerarse un derecho que se ejerza libremente. Tal libertad implica la ausencia de interferencia del Estado. Esto implica la prohibición de la censura previa. Su preservación puede obtenerse a través de protecciones constitucionales” (Wikipedia).
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión” (Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas).
“La Libertad consiste en la facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad” (Diccionario).
“Un mínimo sentido de la justicia exige que, incluso en la investigación de un presunto delito, se proceda con cautela y moderación, sin tomar por cierto lo que sólo es una posibilidad…Los métodos para no dejar al hombre tranquilo se han multiplicado…se parte a veces de que todo el mundo actúa mal…¿Cómo demuestras que no eres ladrón?…usted a afirmado que su conducta es limpia, noble, recta, ¿le molestaría considerarla de nuevo, para comprobar si, por el contrario, esa conducta suya es acaso sucia, innoble y torcida?…Se ha creado en algunos sectores la falsa mentalidad de que el pueblo tiene derecho a conocer e interpretar los pormenores más íntimos de la existencia de los demás” (San Josemaría Escrivá, “Es Cristo que pasa” n. 70)
COMENTARIO
La libertad es el amor a la verdad y si es amor hay delicadeza, respeto y amabilidad. Cuando hay agresión y violencia se pierde la libertad, igualmente se pierde cuando se miente o cuando se omite la verdad, con “medias verdades” o frases sacadas de contexto que se emplean de un modo peyorativo.
Las personas que trabajan en los medios de comunicación y los políticos que se dirigen a las poblaciones, deberían ponerse “guantes blancos” para encontrar y decir la verdad con el nivel de elegancia que dan las virtudes humanas: laboriosidad, sinceridad, serenidad, lealtad, valentía, optimismo, alegría, etc.
El buen trato y la cordialidad es lo propio de los seres humanos. Se pueden debatir ideas en climas de respeto que incluyen el aprecio y la estima por el adversario. Los defectos o los errores de los demás no deben ser motivo para descalificar a las personas insultándolas y mucho menos para sembrar odios.
La defensa de la verdad
El que ama la verdad es intransigente con lo que defiende. La verdad exige lealtad y compromiso, porque se trata del bien para todos. El bien hay que defenderlo siempre, no se puede capitular. El bien se defiende sin arrebatos con un autocontrol, que es el dominio del alma y lo propio de la virtud de la fortaleza.
La fortaleza no es la bravuconería que lleva al maltrato de las personas con preguntas hirientes y punzantes que ponen en duda la honorabilidad y la honra de un ser humano.
La búsqueda de la verdad no es una “cacería de brujas” donde se emplean medios que atentan contra la intimidad de las personas, su honor o su familia. El que ama la verdad no emplea esos medios.
No se puede dejar de lado la caridad para encontrar la verdad
La presunción de inocencia debe partir de la honorabilidad de cada persona. Nadie puede declarar culpable a alguien haciendo conjeturas con retazos de verdades sacadas de contexto para armar todo un argumento convincente que destroza a una persona. Sería torpe y mezquino actuar así.
Poca categoría humana demostraría un comunicador cuando al dirigirse a un entrevistado le pregunta sin más: “¿usted es ladrón?, ¿es acosador?, ¿es corrupto?, ¿es terrorista?” Hay modos de preguntar que no son agresivos, y modos de enterarse de las cosas sin faltar el respeto las personas incluidas. Toda persona, por el hecho de ser persona merece un respeto, aunque hayan sido grandes sus errores.
Hoy, lamentablemente, se ha caído en la prensa amarilla, que incluye el libertinaje y también la morbosidad en informaciones que se dan sobre determinados temas; como si la verdad fuera los “destapes” y que todo quede al aire.
Una sociedad bien organizada tiene varias instancias: la policía, los jueces, los abogados, psicólogos, etc. Lugares donde los seres humanos deben sentirse protegidos de una agresividad que no deberían tener, aunque hayan delinquido de una manera voluntaria y reiterativa.
La siembra de odios por motivos políticos
Tampoco es posible que muchas personas de a pie ensucien sus corazones con el odio fomentado por comunicadores que están conchabados con intereses partidarios para obtener mejores ganancias.
Los medios de comunicación tienen bastante culpabilidad por los odios fomentados contra personas o grupos por motivos políticos y que han crecido con la reiteración de informes ofensivos que denigran a personas o instituciones.
Hoy muchos han sufrido agravios por injusticias provocadas por campañas de odio. No son pocas las personas que han quedado eliminadas de la vida social, porque les han “clavado” de por vida un “sambenito” para desprestigiarlos.
La prensa y todos los medios de comunicación deben estar siempre al servicio de la verdad con personas que tengan un nivel humano y cultural muy alto, donde la delicadeza y la amabilidad sean constantes, y lo habitual, para tratar a todas las personas sin excepción. ¡Sí se puede!
No puede haber libertad si no hay respeto y amabilidad entre los seres humanos. (P. Manuel Tamayo).