Se puede decir que la amistad es una relación armoniosa que está tejida fundamentalmente por una comunicación de bienes. Los verdaderos amigos se desean mutuamente el bien y procuran conseguirlo.
El bien no es cualquier cosa, es lo que objetivamente hace que la persona sea buena o más buena. Es así como los amigos consiguen ser felices de verdad y la amistad se convierte para ellos en un gran tesoro que cuidan y cultivan para toda la vida.
Existen acercamientos muy cercanos, que no son amistad
No toda relación humana es de amistad, hay acercamientos que son intentos y que no llegan al nivel de una auténtica amistad.
Cuando no hay reciprocidad, uno quiere y el otro no; otras personas se juntan por un tercer motivo: una afición, algo que les gusta a los dos. Es verdad que esos acercamientos podrían dar origen a una amistad, pero no siempre ocurre. Es amistad cuando se quieren y se aprecian realmente entre ellos, y no solo porque quieren conquistar un bien común.
La amistad no es complicidad
Es fácil distinguir la amistad de la complicidad. En la amistad las personas que se quieren buscan el bien del otro y en la complicidad dos personas se ponen de acuerdo para conseguir algo que sea provechoso para cada uno.
En la amistad hay entrega, en la complicidad aprovechamiento.
En la amistad está la nobleza de querer que el amigo sea bueno, en la complicidad se busca a una persona para conseguir un beneficio. Se podría decir que es el acuerdo de dos egoístas que se juntan para satisfacer sus propios egoísmos. Esto también se pueda dar en una relación sentimental.
Ser amigo no es cubrir al cómplice o ponerse de acuerdo para no delatarse entre ellos.
La persona virtuosa es la que tiene auténticos amigos
La amistad se teje con la verdad y el bien, con la rectitud de intención y la sinceridad, con la honradez y la austeridad. En una relación de amistad se armonizan todas las virtudes que hacen libres y felices a las personas.
Las personas sencillas son transparentes, no tienen nada que ocultar porque viven de acuerdo a la verdad. Esas personas son los auténticos amigos capaces de transmitir los mejores valores.
La corrupción de la amistad
Los pecados de la carne, generan más enemistades que los demás pecados, porque tienen que ver directamente con el amor de las personas.
Una vida sexual desordenada puede generar odios, resentimientos, celos que desemboquen en una agresividad física y en la posibilidad de asesinar al cómplice de la vida sexual. Es algo que se ve habitualmente en una sociedad desordenada.
En las relaciones humanas no se puede ir contra natura, (contra la ley natural). La persona que quiere forzar la naturaleza puede causar daños irreparables.
Los acercamientos impropios entre personas, por complicidad de egoísmos (placeres, poder, etc.) no son, ni pueden ser nunca amistad. No funciona decir: “yo soy libre y hago lo que me da la gana con otra persona que también es libre y hace lo que le da la gana”.
Aunque todos estemos obligados a respetar las libres decisiones de las personas tenemos también que admitir que muchas personas se equivocan cuando no son correctas las decisiones que toman, y luego la pasan muy mal por las grandes tragedias que generan ellos mismos.
Es necesario un espacio de reflexión para pensar bien y reconocer con honradez los errores cometidos
Vale la pena detenerse un poco para pensar y admitir que las uniones humanas egoístas (que buscan el poder y el placer en sí mismos), terminan siendo una esclavitud inaguantable. El empeño de un voluntarista es terquedad y fanatismo.
En las manifestaciones aparatosas que reclaman una libertad absoluta, porque ven la ley natural como una carga, se nota un torpe voluntarismo en personas que confunden el amor con un “derecho” a vivir con los placeres que son provocados por las tendencias de un “corazón” que no está regulado por la inteligencia. Está todo al revés, porque se pone la inteligencia al servicio de los caprichos de un corazón suelto y desorbitado.
El que piensa que hay que vivir de acuerdo a los lineamientos de la época y a los consensos de las grandes mayorías terminará dándose con un canto en los dientes, porque el ser humano no puede dejar de mirar la verdad de lo que realmente es, para acertar en el sentido que le debe dar a su propia existencia.