La encíclica Divini Redemptoris del Papa Pio XI es un documento en el cual la Iglesia Católica fija una clara posición contra los enfoques marxistas, por considerar afectan los principios de la Doctrina Social de la Iglesia como los son: – El respeto a la dignidad de la persona humana, por pretender interpretar la acción de la naturaleza humana desde una perspectiva estrictamente materialista, el marxismo cree que existen hombres que nacen para ser líderes y otros para ser dirigidos, hace una crítica frontal en contra de la familia como núcleo de la sociedad y la somete al Estado. – El principio de subsidiariedad, ya que el estado comunista y el estado socialista tienen entre sus características intrínsecas un clara vocación centralizadora y estatista. (Wikipedia).
“Merecen ser leídas con atención las palabras de León XIII en la Rerum Novarum: «Para solucionar este mal (la injusta distribución de las riquezas junto con la miseria de los proletarios) los socialistas instigan a los pobres al odio contra los ricos y tratan de acabar con la propiedad privada estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes…; pero esta teoría es tan inadecuada para resolver la cuestión, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y es además sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión del Estado y perturba fundamentalmente todo el orden social»39. (comentario de San Juan Pablo II en la Centesimus annus).
“Ahondando ahora en esta reflexión y haciendo referencia a lo que ya se ha dicho en las encíclicas Laborem exercens y Sollicitudo rei socialis, hay que añadir aquí que el error fundamental del socialismo es de carácter antropológico. Efectivamente, considera a todo hombre como un simple elemento y una molécula del organismo social, de manera que el bien del individuo se subordina al funcionamiento del mecanismo económico-social. Por otra parte, considera que este mismo bien puede ser alcanzado al margen de su opción autónoma, de su responsabilidad asumida, única y exclusiva, ante el bien o el mal. El hombre queda reducido así a una serie de relaciones sociales, desapareciendo el concepto de persona como sujeto autónomo de decisión moral, que es quien edifica el orden social, mediante tal decisión. De esta errónea concepción de la persona provienen la distorsión del derecho, que define el ámbito del ejercicio de la libertad, y la oposición a la propiedad privada. El hombre, en efecto, cuando carece de algo que pueda llamar «suyo» y no tiene posibilidad de ganar para vivir por su propia iniciativa, pasa a depender de la máquina social y de quienes la controlan, lo cual le crea dificultades mayores para reconocer su dignidad de persona y entorpece su camino para la constitución de una auténtica comunidad humana” (San Juan Pablo II, Centesimus annus, n. 13).
COMENTARIO
Winston Churchil decía: “el que no es de izquierda a los 20 años no tiene corazón, pero el que a los 40 lo sigue siendo, no tiene cerebro”
Son palabras que reflejan una realidad categórica en la historia de la humanidad. Quien tiene un poco de cultura se dará cuenta que el comunismo solo ha causado destrozos y miseria por donde ha pasado.
El socialismo marxista es una ideología que va contra el hombre. Los ideales de igualdad que predican están mal planteados por un desconocimiento total de la antropología del ser humano.
Todo ser humano ha nacido para desarrollarse como persona, con la formación que recibe en la familia y en la escuela en sus primeros años de existencia, y con el trabajo que debe ejercer para salir adelante, con iniciativa y creatividad, usando los espacios de libertad que la sociedad (el Estado y las autoridades) le facilita para su propio desarrollo.
El papel del Estado
El Estado es para la persona y no la persona para el Estado. Todo ser humano necesita ser libre para salir adelante desarrollando sus propias facultades. Toda la sociedad concurre a eso. Una sociedad debe estar conformada por la suma de talentos individuales que se ayudan unos a otros para que haya progreso.
El hombre no es una pieza de una maquinaria estatal. Los controles de un Estado no deben afectar negativamente a las personas. El Estado debe respetar a las familias y no entrometerse en la educación que los padres le quieren dar a sus hijos. El papel del Estado es subsidiario, para ayudar donde hay necesidad.
Un Estado propietario que lo tenga todo controlado es un error muy grave. Los Estados fundamentalistas y totalitarios que tienen a las personas sometidas, aunque su situación económica sea próspera y boyante, tienen un gravísimo problema social. La economía no es la que marca la felicidad del ser humano, en ninguno de los sistemas.
Libertad para todos
El hombre necesita ser libre. No puede estar dominado por una elite que lo controla todo y que está llena de prohibiciones. Ponerle una “camisa de fuerza” al ser humano y conseguir al mismo tiempo una “bonanza” económica del país en general, es un contrasentido.
El comunismo, de cualquier color que sea, es una herejía que va contra el cristianismo. Es totalmente incompatible.
La justicia social, que es urgente, por los abusos cometidos en muchos países, no se arregla con la lucha de clases que propugna el comunismo, ni por un Estado gigante y “mandón” que defiende el socialismo.
El espíritu cristiano
El comentario que estamos haciendo no es político sino estrictamente religioso.
La Iglesia, que no es de derechas ni de izquierdas, tiene el deber de advertir el peligro de las ideologías que se presentan como “cristianas” señalando solo unos aspectos de coincidencia, para engañar a la gente, cuando en realidad son en el fondo planteamientos y estilos de vida totalmente opuestos.
La prohibición de la religión por parte de los estados socialistas la podemos ver a lo largo de la historia. Dicen que creen en Dios y luego con los hechos se ve que para ellos “la religión es el opio del pueblo”
En 1516 Santo Tomás Moro escribió “La Utopía”; Utopía es una comunidad pacífica, que establece la propiedad común de los bienes, en contraste con el sistema de propiedad privada y la relación conflictiva entre las sociedades europeas contemporáneas a Moro.
Santo Tomás venía a decir que el paraíso que se prometía para tener una sociedad pacífica donde todo funcionaba bien era algo imposible, una utopía.
Hoy se dice que una Utopía es algo que no se puede alcanzar. El “paraíso” que promete el socialismo y el comunismo es una utopía.
El Papa San Juan Pablo II cuando llegó al Perú, dijo en la plaza de armas de Lima: “Un humanismo sin Dios va contra el hombre”
El ser humano no está en la tierra para hacer una sociedad perfecta, está para vivir la caridad: el amor a Dios y el amor a los demás. La sociedad perfecta es el Cielo, lo que viene después de esta vida.
Acerquémonos a las encíclicas de los Papas defendiendo a la Iglesia de los errores del marxismo. (P. Manuel Tamayo)