El socialismo y el comunismo son primos hermanos, ambos proceden del mismo origen: la ideología marxista-leninista.
El socialismo construye un estado grande y controlista, busca nacionalizarlo todo y el Estado se convierte en una gran empresa que apoya la propiedad colectiva y no la privada procurando una justa distribución.
El comunismo propicia la lucha de clases -con odio y violencia- para conseguir que los medios de producción sean entregados al proletariado. Se consigue fomentando la lucha armada (guerrillas), reclutando gente sencilla con promesas de un futuro de progreso y crecimiento.
(huelgas, manifestaciones, marchas colectivas) y después con la toma del poder, de las Fuerzas armadas y de las instituciones. Se confiscan los medios de comunicación y se controla todo, con censuras, desde el aparato estatal.
La siembra del odio como sistema para polarizar la sociedad
Son ideologías que siembran el odio. Los que tienen propiedades son vistos como ladrones y enemigos del pueblo (sin distinciones). Al que no tiene lo motivan para que luche contra los que tienen, diciéndoles que ese es el camino para que haya justicia, y les amenazan advirtiéndoles que si no lo hacen se van a quedar siempre en la pobreza y en la miseria.
Son ideologías materialistas y ateas que han causado daños descomunales a lo largo de la historia. Atacan a la Iglesia con prohibiciones y persecuciones.
Los países que tienen regímenes socialistas y marxistas no tienen libertad. La opresión y coacción de los que mandan es mucho más fuerte e inhumana que la diferencia que pudiera haber entre ricos y pobres en un país donde hay abusos del sistema capitalista.
¿Qué explicación se puede dar y qué es lo que se debe decir para advertir sobre el peligro del socialismo y comunismo?
- La clave es LA LIBERTAD quese pierde con los gobiernos comunistas y socialistas. El ser humano necesita ser libre para desarrollarse y relacionarse bien con su prójimo.
- Saber que no existe LIBERTADsin la VERDAD. Es por eso que los socialistas y comunistas mienten a todo nivel (son mitómanos). No dicen lo que es, ni lo que son ellos, sino lo conveniente para que los que le escuchen le crean. Van acomodando los modos de decir y de hacer para lograr sus fines egoístas y perversos.
- Llevan en su interioridad un resentimiento, una indignación (ira) y hasta un odio visceral, que se nota en sus manifestaciones y expresiones. Es una de las grandes diferencias con el cristianismo. Al cristiano se le enseña a decir la verdad con caridad (sin odios ni resentimientos) y a querer a su prójimo como a sí mismo (incluido los enemigos).
- La ira es un pecado capital. De una persona que se exprese habitualmente con ira y tenga odio en su corazón, no se puede esperar nada bueno. Cualquiera que tenga ira debe quitarla lo más pronto posible para poder amar, que es lo que toda persona debe hacer.
- Las injusticias, que puedan haber, no se curan con la violencia y la guerra sino con el amor a la verdad que una persona lleva consigo; y como la verdad es un bien que tiene mucha fuerza, superior a la mentira y a la artificialidad, se expande y se logra derrotar al mal.
- Es mejor el que es más bueno. Ser bueno no es ser tonto o blandengue, es ser virtuoso. Una persona con virtudes humanas puede explicar las cosas sin indignarse, con serenidad y aplomo, sin insultar ni atacar a nadie. La verdad persuade y tiene mucha fuerza.
- Otra idea que hay que tener muy clara para darnos cuenta que el socialismo es un camino equivocado es que el ser humano no es para el Estado sino que el Estado es para el ser humano.
- En cualquier familia los padres que educan bien a sus hijos son los que no se apegan a ellos controlándonos en todo momento con muchas prohibiciones. Son los que saben amar y por amor dicen la verdad y al decir la verdad crean un clima de libertad, que es atractivo para ellos.
- Los chicos que más quieren a sus padres son los que han sido educados en un clima de libertad y por lo tanto han aprendido a querer. Los papás están felices con los hijos que han aprendido a querer con la verdad, para tener una vida honorable, digna y ejemplar.
- El amor de los padres hace solidarios a los chicos para que luego tengan muchas iniciativas de servicio social y amor a los demás.
Las advertencias de la Iglesia
Una de las funciones esenciales de la Iglesia es el cuidado de los fieles. El buen Pastor que cuida a sus ovejas para que el lobo no cause destrozos. Todos los bautizados somos Iglesia y tenemos lo que se llama el sacerdocio común de los fieles, que se une al sacerdocio ministerial de los sacerdotes.
La Iglesia, a lo largo de la historia, nos ha cuidado y defendido de los peligros de las ideologías ateas que van contra la doctrina de la Revelación, que la Iglesia custodia y predica a los fieles de todas las épocas. La prédica no se puede parar y debe continuar, aunque las circunstancias sean difíciles y duras.
Jesucristo y los apóstoles fueron contracorriente y sufrieron persecución y muerte. En todas las épocas y especialmente hoy, en nuestro país, urge advertir del peligro del lobo que quiere destruir el rebaño.
El comunismo y el socialismo, por muy aguado que parezca, va contra el ser humano, porque lo llevan a la miseria y a la destrucción. Todos los Papas han condenado el marxismo como una ideología perversa. Hoy el marxismo se disfraza de democracia diciendo que es el pueblo el que lo quiere. El pueblo atizado por los gobernantes de la época gritaba para que Jesucristo fuera crucificado. No matemos a Dios nuevamente, digamos que ¡No! Con valentía a las ideologías de odio que quieren quitar a Dios de nuestras vidas, (P. Manuel Tamayo)
Referencias:
“El socialismo es un sistema económico y social que centra sus bases ideológicas en la defensa de la propiedad colectiva frente al concepto de propiedad privada de los medios productivos y de distribución. Según expresa el socialismo, el principal fin es la consecución de una sociedad justa y solidaria, libre de clases sociales y que cuente con un reparto de riqueza igualitario. Para ello, los medios productivos no tienen que ser de propiedad privada, porque considera que de esta manera acaban perteneciendo a una minoría capitalista que domina los mercados, aprovechando de su posición para controlar al trabajador y al consumidor” (Wikipedia).
El comunismo es una doctrina política, económica y social que aspira a la igualdad de las clases sociales por medio de la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción (la tierra y la industria). Suele clasificarse como una doctrina de ultraizquierda debido a la radicalidad de sus planteamientos. Esta doctrina está fundada en las teorías de los alemanes Karl Marx y Friedrich Engels, para quienes el modelo capitalista, basado en la propiedad privada de los medios de producción, era responsable de la lucha de clases, es decir, de la desigualdad social. El comunismo propone que los medios de producción sean entregados a la clase obrera o proletariado, lo que permitiría establecer relaciones de igualdad entre los diferentes actores sociales, así como garantizar una distribución equitativa de la riqueza y de los bienes producidos. El estadio final del comunismo sería la desaparición del Estado. (Diccionario, significados).
“Precisamente por eso, urge repetir –no me meto en política, afirmo la doctrina de la Iglesia– que el marxismo es incompatible con la fe de Cristo. ¿Existe algo más opuesto a la fe, que un sistema que todo lo basa en eliminar del alma la presencia amorosa de Dios? Gritadlo muy fuerte, de modo que se oiga claramente vuestra voz: para practicar la justicia, no precisamos del marxismo para nada. Al contrario, ese error gravísimo, por sus soluciones exclusivamente materialistas que ignoran al Dios de la paz, levanta obstáculos para alcanzar la felicidad y el entendimiento de los hombres. Dentro del cristianismo hallamos la buena luz que da siempre respuesta a todos los problemas: basta con que os empeñéis sinceramente en ser católicos, non verbo neque lingua, sed opere et veritate (1 Ioh 3,18), no con palabras ni con la lengua, sino con obras y de veras: decidlo, siempre que se os presente la ocasión –buscadla, si es preciso–, sin reticencias, sin miedo” (San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, num.171).