Los soldados de Herodes juraban fidelidad al rey. Las órdenes había que cumplirlas ya sean buenas o malas. Si a un guardia o a un soldado se le pedía matar tenía que hacerlo de inmediato. La ley era lo que decidiera el rey y todos tenían que cumplirla.
Como en todas las épocas había buenos y malos. La historia nos enseña que el poder corrompe. Es algo que puede darse con mucha facilidad porque el ser humano está dañado por el pecado. Si a una persona se le da todo y se la trata como a un ser superior es muy fácil que se le suban los humos y termine siendo un tirano o un terrible dictador.
Le ceguera y la presunción del soberbio
La soberbia ciega. El soberbio se cree humilde y al no ver la realidad miente descaradamente y gobierna con tremendas injusticias, sin tener en consideración a las personas. Busca manejar a la gente de acuerdo a sus conveniencias y así va consiguiendo poco a poco el poder. En la historia hemos visto autoridades totalmente blindadas que usan la fuerza para mantenerse. Hemos visto también las caídas de muchos mentirosos y tramposos que se hicieron con el poder pensando más en ellos que en los demás.
Hoy lo estamos viendo en muchos gobiernos del mundo. Los que trabajan para ellos son personas esclavizadas bajo amenazas o gente que ha roto su conciencia y no les importa ir contra la moral porque están respaldados por un poder mafioso que les alcanza seguridad y buenas ganancias.
El doble discurso y la doble vida son inaceptables
El poder ilegítimo, por la doble moral de sus autoridades, busca crear situaciones de “honradez” y “legitimidad” echando leña a las críticas contra los opositores, inventan historias, y hacen escándalo con asuntos banales, para que todo el mundo acepte planteamientos que parecen correctos y acertados. No les importa echar lodo en la vida y en la honra de personas honestas.
También asistimos hoy, al engaño generalizado de una numerosa población, que acepta las historias y cuentos de esas malévolas autoridades que lo único que persiguen es beneficiarse ellos utilizando a las masas para sus perniciosos objetivos.
La obediencia obcecada genera un odio irracional
Herodes mandó matar a todos los niños. Esa era la ley y había que cumplirla. El cristianismo, desde sus inicios, sufrió una persecución, motivada y alentada por las malas autoridades. Solo los que estaban cerca de Jesús sabían de su bondad y de su grandeza. Hoy pasa exactamente igual.
Las personas más buenas sufrieron grandes injusticias: Jesucristo, la Virgen María, San José, los primeros cristianos y la lista sigue hasta nuestros tiempos.
La actitud de los ayayeros del poder era totalmente distinta a la de los cristianos. Lo podemos leer en las cartas de San Pablo. Los que estaban coludidos con el poder eran irreverentes, insolentes, torpes. Tenían en sus manos la fuerza bruta y la utilizaban para hacer escarnio. Ese es el tipo de persona que necesitaban las autoridades para lograr sus objetivos. Una persona honesta sería peligrosa para ellos; al honrado, al bueno, al honesto, si no se le podía malear había que hacerlo desaparecer. Hoy es igual.
En los tiempos actuales se pueden ver contrastes que dicen mucho: por ejemplo cuando se compara las imágenes de las marchas a favor de la vida con las marchas políticas de indignación que hemos tenido últimamente (ambas de protesta y con gente joven). Las imágenes hablan solas.
Las grandes hipocresías de los falsos cristianos
Si alguien dice que ama a Dios y motiva la violencia está mintiendo; lo mismo podemos decir del que está a favor del aborto, que es la muerte de un niño inocente. Comparemos las imágenes de la gente que sale a la calle para defender el aborto con las imágenes de la gente que sale a la calle para defender la vida y la familia. Otra prueba fehaciente de sentido común.
La Navidad es la fiesta de la familia y de la vida. Viene Jesucristo que nace en una familia, que es modelo para todas las familias y viene para darnos la Vida. Su misión es librarnos de las esclavitudes que produce el pecado humano para que podamos alcanzar la libertad y la felicidad.
No dejemos que gente como Herodes estén en los gobiernos del mundo. Jesús no viene a traernos la vacuna para vivir un poco más, viene a traernos la Vida para vivir toda la eternidad. (P. Manuel Tamayo).
¡Felices Fiestas de Navidad!