Todos hemos sido engañados, y tal vez estafados, alguna vez. Nos acordamos, a veces con indignación, de los engaños más fuertes que hemos sufrido. Los más fuertes suelen ser, salvo excepciones, de las personas más cercanas: faltas de fidelidad, traición, envidias, desaires o maltratos injustificados.
No todas las personas reaccionan igual, depende de los temperamentos y de las circunstancias en que se encuentran, algunos montan en ira y explotan, otros se deprimen y se apartan. Se pueden originar situaciones irregulares: silencios prolongados, lenguajes hirientes, rupturas, cortar el trato y no querer hablar más con la persona que nos afectó con sus mentiras, ignorarlo totalmente como si no existiera o guardar un gran resentimiento con deseos de venganza.
Existen también los que son más tolerantes y condescendientes. Son los que están dispuestos a perdonar y a permitir nuevas oportunidades.
Hay engaños que son de un día y otros que duran años. Cuando ha transcurrido un tiempo largo el engañado sufre mucho y algunas veces necesita de un tratamiento de ayuda psicológica para que pueda superar ese trauma. En cualquier caso, siempre hay formas de superar los maltratos o agresiones que ha sufrido la persona engañada.
Los modos de los engañadores
Los engañadores son tan variados como las personas. Van desde el bromista y tramposo que engaña en plan de diversión hasta el mitómano y pervertido que daña con su cinismo e hipocresía.
Los engaños pueden ser por temas sentimentales, de placer, de negocio o de poder.
El que “saca el pie del plato” en su relación conyugal comete una grave infidelidad, lo mismo el que viola un juramento o un compromiso serio que acordó cumplirlo. Los socios de un negocio se comprometen a cumplir los acuerdos establecidos; el que se aparta sin advertirlo y actúa perjudicando a su empresa, se convierte en un traidor. Ha actuado mintiendo cuando tenía que ser sincero y transparente.
Una autoridad que busque como finalidad su propia gloria y beneficio, se dedicará a contar fábulas para ganar simpatías y seguidores. Procurará que no descubran sus mentiras y trampas, adornándolas bonito y persuadiendo a los oyentes con un palabreo convincente. Lo que busca con sus mentiras es hacer creer a los que le siguen que están unidos en una causa común que los va a beneficiar a todos.
Como sucede siempre, terminará utilizando a los incautos para luego abandonarlos, sin importarle nada la situación en que se quedan. Los mitómanos son verdaderos traidores.
Los engañados por las “autoridades” o políticos mentirosos
Nunca han faltado, a lo largo de la historia, autoridades y políticos cuentistas, prometedores de paraísos y mentirosos.
Tampoco han faltados los seguidores que son engañados y se engañan a sí mismos. Desean que fuera verdad lo que escuchan y defienden a capa y espada, lo que su líder propone.
La imaginación de los incautos seguidores es tan fuerte que se “convencen” en estar defendiendo la verdad.
Luego cuando descubren la mentira se callan en “7 idiomas” y prosiguen en el mismo sistema de defender al que creen que es el bueno, (siempre se equivocan) y luego se dedican a criticar al que es realmente bueno, por las antipatías que generaron por el modo de “percibir” la realidad. Suelen ser personas poco listas, que son legión. Lo malo es que su terquedad funesta les hace tirar piedras con los ojos cerrados y con un voluntarismo casi demencial a los proyectos más nobles.
El alejamiento de Dios, es alejamiento de la realidad y crea confusiones de todo calibre. Es necesario y urgente que la sociedad despierte y se den cuenta que hay un Dios que está cercano para ayudar a que todos conozcan la verdad. (P. Manuel Tamayo).