En el Mensaje firmado por el cardenal Parolin, con ocasión del encuentro anual de Rímini organizado por la fundación «Meeting para la amistad entre los pueblos», Francisco invita a dirigirse a Cristo para afrontar los problemas del tiempo presente y, ante «el desafío de una paz que parece imposible», a «colaborar activamente en la misión de la Iglesia» para dar vida a «un mundo nuevo» y hacer de la Tierra un «templo de fraternidad».
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano, noticias del Vaticano
Jesús es lo esencial y volver a Él «es la condición para sumergirse verdaderamente en la historia, para afrontarla sin huir de sus desafíos, para encontrar el coraje de arriesgar y amar incluso cuando parece que no vale la pena». Así lo afirmó el Papa Francisco en el mensaje firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, para el 45º Meeting para la amistad entre los pueblos, que comienza mañana en Rímini y se celebrará hasta el 25 de agosto sobre el tema «Si no buscamos lo esencial, ¿qué buscamos?». Un tema que el Pontífice aprecia y comparte «porque apuntar a lo esencial nos ayuda a tomar nuestra vida en las manos y hacer de ella un instrumento de amor, misericordia y compasión, convirtiéndonos en signo de bendición para el prójimo».
Dar vida a lugares donde se puede experimentar la presencia de Cristo
Hoy, tentados por el desánimo a causa de la «complejidad de la crisis actual» y ante «el desafío de una paz que parece imposible», el Papa «exhorta a todos a convertirse en protagonistas responsables del cambio, colaborando activamente en la misión de la Iglesia, para dar vida juntos a los lugares donde se puede ver y tocar la presencia de Cristo». Un compromiso, éste, que puede generar «un mundo nuevo, donde finalmente triunfe el Amor que en Cristo se nos manifestó, y el planeta entero se convierta en templo de fraternidad».
Buscar lo que hace surgir la belleza de la vida
El Mensaje subraya que en la época actual «marcada por diversos problemas y desafíos significativos», ante los que a veces se experimenta «un sentimiento de impotencia, una actitud renunciante y pasiva que puede llevar a “arrastrar la vida” y dejarse abrumar por el aturdimiento de lo efímero, hasta perder el sentido de la existencia», es de crucial importancia centrarse en la búsqueda del «misterio de la vida», y por ello Francisco anima a «intentar buscar, con pasión y entusiasmo», aquello que «hace resaltar la belleza de la vida». Y así, «mientras soplan los vientos helados de la guerra», a los que se suman «fenómenos recurrentes de injusticia, violencia y desigualdad», «la grave emergencia climática» y «una mutación antropológica sin precedentes», lo que «vale la pena vivir y esperar» es el encuentro con Dios.
Amistad con Dios
La invitación del Papa es abrirse a Dios para tomar «conciencia de uno mismo, del prójimo y de la realidad», «hacerse mendigos de lo esencial», de lo que da sentido a la vida, despojándose «de lo que grava lo cotidiano». De este modo es posible descubrir «que el valor de la existencia humana no consiste en las cosas, en los éxitos conseguidos, en la carrera de la competición», sino en la «amistad con Dios» – «una relación de amor que nos sostiene, enraizando nuestro camino en la confianza y la esperanza»- que «se refleja luego en todas las demás relaciones humanas, para fundar la alegría que nunca faltará». El texto enviado al Meeting de Rímini recuerda las palabras de don Luigi Giussani «a los jóvenes universitarios: “Sois amados” […]. Este es Jesucristo en la historia del hombre». En pocas palabras, el fundador del movimiento Comunión y Liberación explicaba que la vida es para ser amada, el destino es para ser amado. Y «en la misma longitud de onda, el Papa Francisco recuerda -como dijo en su discurso a la asamblea plenaria del Dicasterio para la Doctrina de la Fe el 26 de enero- que “lo esencial, lo más bello, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario para nosotros es la fe en Cristo Jesús”. Porque sólo el Señor salva nuestra frágil humanidad y, en medio de la adversidad, nos hace experimentar una alegría que de otro modo sería imposible».
Ser buscadores de lo esencial
Mirando, por tanto, al «rico programa del Encuentro», el deseo de Francisco -que envía su bendición a los organizadores, voluntarios y participantes- es que la «multiplicidad de propuestas y lenguajes, suscita en muchos el deseo de ser buscadores de lo esencial y haga florecer en los corazones la pasión por el anuncio del Evangelio», que se aleja «de toda esclavitud» y es «una fuerza que sana y transforma a la humanidad».