El papa Francisco invitó a los cristianos a mostrar con su conducta el amor, ese amor que es la realidad de Dios, la esencia de la Trinidad y es necesario “testimoniar la concordia entre nosotros”, expresó el pontífice antes del rezo del Ángelus este domingo 30 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad.
La plaza de San Pedro hoy volvió a reunir a varios miles de fieles.
Tras el rezo de la oración a María, el papa Francisco anunció que el primero de julio habrá un encuentro en el Vaticano que congregará a las distintas realidades cristianas libanesas para reflexionar sobre la situación del país y rezar por la paz.
La “Santísima Trinidad, el misterio del único Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo”, es el misterio que nos dio Jesús”, dijo el pontífice, subrayando que “las personas no son emanaciones de Dios, son personas”.
“Es un misterio inmenso, que supera la capacidad de nuestra mente, pero que habla a nuestro corazón, porque lo encontramos encerrado en esa expresión de San Juan que resume toda la Revelación: «Dios es amor».”
“Y dado que es amor, Dios, siendo uno y único, no es soledad sino comunión. El amor, en efecto, es esencialmente don de sí, y en su realidad original e infinita es el Padre quien se da a sí mismo generando al Hijo, que a su vez se da al Padre, y su amor mutuo es el Espíritu Santo, vínculo de su unidad. No es fácil de entender, pero se puede vivir este misterio”.
“Este misterio de la Trinidad nos fue revelado por el propio Jesús. Nos dio a conocer el rostro de Dios como Padre misericordioso; se presentó a sí mismo como verdadero hombre, como el Hijo de Dios y la Palabra del Padre; habló del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, el Espíritu de la Verdad, el Paráclito, es decir, nuestro Consolador y Abogado.
Y cuando Jesús se apareció a los apóstoles después de la Resurrección, los envió a evangelizar «a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»”.
“La fiesta de hoy, por tanto, nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y al que se orienta nuestro camino terrenal”.