Antes de escribir estas líneas, entrevisté a cinco familias de miembros de la Policía Nacional del Perú (PNP) a raíz de los criminales actos de agresión efectuados contra ciudadanos que expresaban una protesta pacífica en las calles de Lima. Y es que una norma en nuestra profesión como periodistas es corroborar fuentes, investigar, excarbar, constatar, entender, informar, explicar, traducir y finalmente, comunicar los hechos con la más absoluta transparencia y equilibrio, con honestidad. Y por eso, es importante saber lo que piensan y saben los integrantes de la familia policial, de esa fuerza que atacó a personas que no iniciaron ninguna acción que motivara la represión y menos, respuestas vetadas por la legislación nacional (como usar caballos, varas eléctricas, gases de ahogo y disparos directos a los manifestantes con bombas lacrimógenas).
Pero aun más, existen denuncias que demuestran a una fuerza irregular (paramilitares del gobierno) que provistos de armas de fuego, vestimenta similar a la policial y estar protegidos por miembros de la PNP, se dedicaron a proferir amenazas, filmar, fotografiar e insultar en especial, a jóvenes estudiantes y trabajadores que se congregaron cerca al Palacio de Justicia cuando comenzaba el desplazamiento de los ciudadanos hacia el Congreso de la Repúbica, ya que todo el centro de Lima fue enrejado por una cobarde decisión del presidente del consejo de ministros, según nuestras fuentes.
Ese enrejado fue similar al que se ha empleado en la estrategia asesina efectuada en Caracas (110 muertos) , Managua (120 fallecidos) y otras ciudades donde la extrema izquierda asesinó a ciudadanos en las protestas contra los gobiernos socialistas que en su camino al comunismo proscribieron libertades y anularon toda libertad individual y colectiva. Estos gobiernos enrejan un vasto perímetro sobre la residencia o palacio presidencial aduciendo “seguridad nacional”, pero eso en realidad sirve para desplegar en paralelo sobre la ruta de las marchas de protesta, murallas de rejas que impiden la salida o escape de los manifestantes cuando se lanzan disparon o bombas lacrimógenas, para acordonarlos, cercarlos y así producir miedo, ahogo, estampida y victimas.
Los familiares y miembros de la PNP, que por su protección guardamos en absoluta reserva en cuanto a sus identidades, nos dijeron lo siguiente:
“Mi esposo está cansado y triste de lo que ocurre en su institución. Un tal comandante Cabrera, cubano, los reúne cada tres dias en un local de La Molina. Allí les imparte clases de forma activas de represión, de siembra de pruebas, de fabricación de evidencias que deben colocar cuando los objetivos son determinados. Sé lo que hablo, he sido personal administrativo del Ejercito en el SIE y conozco de esos términos. Mi esposo no puede hablar, debe seguir allí, no puede renunciar o pedir su cambio porque le fabricarían un delito y perdería todos sus logros y derechos” nos dice D.R.T.
“Para la marcha, estuvimos reunidos los comandos Camaguey en una casa ubicada en Breña. Esa casa está en esa zona porque sirve para monitorear y cubrir el local del Apra y para reaccionar en protección sobre los locales asignados como objetivos aliados, de gente del gobierno, sobre plaza Bologniesi y Paseo Colón principalmente. Los Camaguey somos comandos entrenados en tácticas anti guerrillas por instructores cubanos en la sede de la DINOES. Nuestra misión en la marcha fue generar temor, crear miedo a los asistentes pero, sectorizando nuestra infiltración, vestidos de civiles y coordinando con dos congresistas que son los que siempre están con los jefes cubanos” es el relato de J.P.V.
“Tenemos que cumplir acciones escalonadas e identificar activistas de la oposición para pulsearlos y aplanarlos. En la marcha vimos algunos objetivos y cuando se calentaba la zona cercana al congreso, el comandante Cabrera dio la orden al jefe del desplazamiento y se lanzaron las bombas lacrimógenas hacia la multitud mientras se reforzaban las zonas de escape –calles aledañas, para que no vayan por allí, para encajonarlos en Abancay- y es cuando capturamos varios manifestantes y mientras los trasladábamos al destino indicado previamente, se les daba un ajuste y se les gritaba constantemente. Esa es la idea, la instrucción del cubano. Lo agarras, lo tiras al piso y le gritas lo mismo y lo mismo para atarantarlo, luego lo sostienes de la cintura por detrás y lo cercamos con los escudos para que no existan registros de las amenazas que le vamos diciendo” señaló R.R.T.
Tres testimonios que no dejan duda, por lo menos a nosotros, que la PNP está perdiendo el honor e hipotecando su divisa. La pregunta inmediata es: ¿Lo seguirán permitiendo?
Imagen referencial, ataque policial contra ciudadanos