El 24 de agosto de 2023, el bloque de economías emergentes BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) invitó a seis países para que se vuelvan nuevos miembros en su quinceava reunión en Johannesburgo, Sudáfrica. Después de que el presidente argentino Alberto Fernández solicitó formalmente unirse al bloque en 2022, BRICS invitó a Argentina a unirse. Al abrirles la puerta, Fernández le ha entregado una importante victoria diplomática a los tiranos de China y Rusia por sobre Estados Unidos a cambio de acceso a los capitales corrosivos chinos.
Este bloque, que integra a dictaduras y democracias no consolidadas, es sumiso ante el liderazgo del Partido Comunista Chino (PCCh). Además de Argentina, BRICS invitó a los regímenes antidemocráticos de Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, los Emiratos Árabes Unidos e Irán. Estos podrán conformar el bloque a partir del 1 de enero de 2024, sin embargo, los seis todavía pueden rechazar sus invitaciones. Este es el escenario más probable en Argentina ya que un nuevo presidente asumirá el cargo el 10 de diciembre.
A pesar de tener una de las tasas de aprobación más bajas en la región, Fernández decidió estrechar lazos con parias internacionales. Según una encuesta de Statista de junio, solo el 34% de ciudadanos aprueba su administración. Argentina está inmersa en una profunda crisis económica que alcanza el 124% de inflación interanual, la más alta en 30 años.
Argentina tendrá elecciones generales el 22 de octubre. Los principales candidatos de oposición han dicho que declinarán la invitación si llegan a la presidencia.
Esto incluye a los candidatos opositores de derecha, el libertario Javier Milei —favorito en las encuestas con el 34% de intención de voto— que ElectionBettingOdds.com le da una chance de 73% de victoria, y a Patricia Bullrich, quien se inclina hacia el ala conservadora con el PRO y que está por detrás de Milei y el peronista Sergio Massa de la coalición Unión por la Patria en las encuestas.
Una victoria de Milei y una consecuente declinación de la invitación, puede traer consigo represalias contra Argentina en forma de restricciones de las inversiones chinas en el país. El próximo presidente deberá actuar con cuidado con China —segundo socio comercial de Argentina— si quiere evitar represalias económicas que afecten la estabilidad de las finanzas estatales.
El elefante de la habitación
A inicios de los 2000, gracias al voraz apetito chino de materias primas y su expansión económica, Argentina experimentó un crecimiento exponencial en el comercio bilateral con el gigante asiático. Actualmente, China es el segundo socio comercial más grande de Argentina, solo por detrás de Brasil, con un volumen comercial de $5.100 millones entre exportaciones e importaciones.
Con la predominancia de gobiernos peronistas en el siglo XXI —Cristina Fernández de Kirchner (CFK) entre 2007 y 2015 y Alberto Fernández entre 2019 y 2023— China se convirtió en una fuente fundamental de inversión extranjera. En 2014, la presidencia de CFK designó a China como parte de la “Asociación Estratégica Integral”. Asimismo, Fernández adhirió al país en 2022 a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, que incluyó $23.000 millones de inversión china para carreteras, puertos y vías férreas.
Centrales nucleares, puertos e incluso una estación espacial son algunos de los proyectos faraónicos que China ha logrado desplegar a lo largo de Argentina, gran parte de los materiales son importados desde la misma China. A partir de 2008 hasta la actualidad se ha venido acumulando ininterrumpidamente un enorme déficit comercial para Argentina que supera los $75.000 millones según datos de la Bolsa Comercial de Rosario.
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En junio, el actual ministro de economía y candidato peronista a la presidencia, Sergio Massa, logró en su visita a Beijing la renovación anticipada del acuerdo swap para el canje de 130.000 millones de yuanes, (alrededor de $19.000 millones). Además, consiguió duplicar un fondo de libre disposición de hasta los 70.000 millones de yuanes ($10.000 millones), monto que estaría destinado al comercio bilateral entre ambos países.
Tras ello, Massa ha ironizado diciendo que el país debería pasar a llamarse “República de Argenchina”, con este comentario simplista admitió el estatus de “sugar-daddy” de China sobre Argentina. En este sentido, pertenecer a los BRICS le permitiría también a Argentina acceder al financiamiento del Nuevo Banco de Desarrollo, cuyos principales accionistas son China, India y Rusia.
Sin embargo, las motivaciones detrás de la invitación a Argentina son geopolíticas, con el fin de expandir la influencia antioccidental en el patio estadounidense. Daron Acemoglu, Catedrático de Economía en el MIT puntualizó: “Debido a que la ampliación solo incluye a países con relaciones amistosas con China, parece que el BRICS+ simplemente se convertirá en otra herramienta para la diplomacia china. En vez de representar los intereses de las economías emergentes, permitirá que China se inmiscuya aún más en ellos”.
Los tentáculos de la dictadura de Xi Jinping continúan extendiéndose en el país austral con el beneplácito de sus inescrupulosos dirigentes, quienes con tal de acceder a los opacos créditos y corrosivos capitales chinos —bajo condiciones secreta—, están dispuestos a continuar cediendo ante los intereses e ideales del PCCh, los cuales confrontan directamente con los principios democráticos de Estado de derecho, soberanía y derechos humanos que tanto dicen defender estos líderes progresistas.
Argentina y los BRICS son incompatibles
La narrativa china de ayudar a Argentina durante su crisis económica y brindarle un acceso a los BRICS es un encubrimiento para el deseo del PCCh de contar con su dotación de suministros, como el litio y la soja. Desde terminales afines a los BRICS se repite como un mantra que la importancia de este bloque radica en que representa el 26% del PIB mundial y el 41% de los habitantes del planeta, pero en la práctica aquello no se ha traducido en ventajas concretas para ninguno de sus miembros. BRICS no es un bloque unificado destinado a reducir aranceles, ni equivale a una zona de libre comercio.
Argentina, al condenar la invasión rusa en Ucrania, se presenta ante el mundo como un país comprometido con la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, su adhesión a los BRICS —un grupo liderado por tiranos— es una enorme contradicción. En cuanto a China, unirse al BRICS legitima la represión en Hong Kong y la persecución a los uigures en Xinjiang, ni hablar de las amenazas de invadir Taiwán.
De unirse, Argentina también estaría relacionándose con la teocracia iraní con la cual mantiene disputas desde los atentados a la Embajada de Israel y a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina en Buenos Aires en 1992 y 1994, respectivamente, en los que murieron 95 personas y cerca de 400 resultaron heridas entre ambos. En 2006, el fiscal Alberto Nisman —asesinado en 2015— determinó que Irán junto con Hezbollah fueron los responsables de los atentados.
Milei, el candidato libertario a la presidencia, ha rechazado que Argentina integre los BRICS. En su reciente entrevista con Tucker Carlson dijo: “No voy a hacer negocios con ningún comunista. Yo soy un defensor de la libertad, de la paz y la democracia. China, Putin y Lula no entran ahí”. En agosto, la candidata conservadora Patricia Bullrich, manifestó ante la prensa que bajo su gobierno Argentina no ingresaría al bloque.
https://x.com/TuckerCarlson/status/1702442099814342725?s=20
Fernández, quien pasará a la historia sin pena ni gloria, ha querido colgarse una medalla de última hora con el ingreso de Argentina a los BRICS, comprometiendo al próximo gobierno a continuar por la senda de dependencia ante los intereses de la dictadura de Xi Jinping o exponerse a enfrentar represalias económicas. China no vería con buenos ojos que Argentina rechazase el ingreso al bloque, por lo que consideraría un castigo ejemplificador.
Fernández, consciente de ello, deja activada una bomba al próximo gobierno, que en caso de no ser peronista, tendrá que ser muy hábil para poder desactivarla.