En el penal de Barbadillo o “palacio 2.0” se encuentran cuatro convictos de similar catadura pero diversos delitos contra el país: Toledo, Vizcarra, Humala y Castillo. Los angelitos del mal, amos y patrones de atrocidades de todo calibre, se juegan en medio de semanales o quincenales anuncios, sus últimos años de vida política, ya que ni de milagro, si es salen antes de lo debido, volverán para ocupar algún cargo público, ya que tienen largo tiempo por darse a decir la verdad, o sufrir su carcelería en soledad, y sin patrocinios de sus cómplices.
Toledo es un caso patético, es el hazmerreir de la cuadrúpeda celda o condominio de la estupidez que sumada a la teatralidad en sus gestos y frases, se ha convertido en un show lastimero, de quien diciéndose cholo de acero inoxidable -como el buen Tulio Loza- se contradice al gemir y suplicar que lo dejen morir en su casa, con un par de putas y bañando en licores y quién sabe qué más de otros polvos manifiestos. Una vergüenza absoluta, cero credibilidad en quien fue profesor en ESAN y Stanford.
Vizcarra es el más prontuariado, malvado y sanguinario, un miserable operador del crimen que gastó millones en usar medios antes y cobrarles ahora, teniendo bajo su dominio y se dice cada vez más, bajo control y propiedad a varios canales virtuales, radios y páginas desde donde sus guionistas se encargan de adornarle cada día los más terribles pasos en su campaña de presencia nacional, como antes lo hizo desde la presidencia de puterío que nos dejó asombrados en la pandemia. Un palacio de vergel, eso fue la nueva Cucardas, haciendo que varias decenas de ministros y exministros se vendan a su agenda de poder, corrupción e impunidad.
Humala mientras tanto, es algo así como el más imbécil y leal, el traicionado por la inmensidad de su estupidez y el insólito incrédulo que jamás pensó ser abandonado por su esposa, que huyó hacia tierras de placer y gasto de un monedero inacabable que la mafia de Odebrecht le va a permitir usar a sus anchas, mientras el empleado de matrimonio se pudre en prisión.
Y Castillo, el peor ejemplo de los cuadrúpedos “presi-delincuenciales” sigue en sus discursos tipo “impro” desde la sala de audiencias cada semana, hablando al techo, gritando al vacío y soñando en no ser como Humala, sino en tratar de entender porqué lo abandonaron todos los de su familia para vacacionar en Suiza, México e irse de crucero por el Caribe de vez en cuando. Castillo, es un Toledo 2.0 en imitarle enfermedades y lamentos, causas posibles de muerte neuronal y angustias pasajeras como enfermedad terminal. Ni siquiera se acuerda de lo que hizo.
Estos cuatro angelitos del mal y la perversidad, “están asustaos” porque el miserable del (a) “lagarto” se va a un penal de verdad y sale del purgatorio para conducirse al infierno que le deseó a otros en Ancón, no el balneario de sus sueños imposibles, sino la celda oscura, merecida, con grilletes para trasladarse, con silencios que la noche no puede ocultar cuando le acarician los recuerdos de doscientos mil fallecidos por su responsabilidad.
¿Saben qué? Doy gracias a Dios por estar viva y dar mi opinión aquí, donde estoy y seguiré elevando con mi voz cada sentimiento y condena, cada palabra y rechazo que juzgue pertinente publicar, porque los malditos deben estar donde deben quedar, hasta que la muerte los apague.
En Memoria de mi Familia, que se pudran los corruptos y asesinos como el de Ancón y sus semejantes, a los que la actual presidente se les unirá pronto, muy pronto, porque las condenas no merecen excepciones. Amén.
