En muchos lugares del mundo el último día del año se fabrica un muñeco que representa al año viejo, que es el año que está terminando, y ese muñeco se quema como para indicar, que las cosas pasadas ya no deben pasar al año nuevo que empieza. La última noche se llama además “nochevieja”.
También es costumbre, en algunos lugares, arrojar a la calle lo que ya no sirve y la gente aprovecha ese día para desprenderse de cosas que ya no van a utilizar.
Pero el título de este artículo, que coincide con el fín del año, no hace referencia a las cosas sino a las ideas o pensamientos del ser humano. Al igual que las cosas que ya no sirven existen también mentalidades o modos de pensar que ya no van con los tiempos actuales. En mundo va cada vez más rápido y esta realidad exige agilidad para saber dejar modos, costumbres y manera de hacer las cosas que ya no calzan con los tiempos actuales.
Como es lógico, estos cambios les cuestan mucho a las personas mayores, que ya tienen un modo de pensar o de concebir la realidad y suelen quedarse con su mentalidad aunque digan que están llanos a los cambios.
Lo que siempre debe permanecer
Es necesario advertir que existen cosas esenciales que no admiten cambios; por ejemplo lo que es mentira no podrá ser verdad, lo que hace daño no podrá ser edificante. La moral siempre responde a la objetividad de la ley que está escrita en la naturaleza humana y que se manifiesta en los primeros principios: hacer el bien y evitar el mal, que son en definitiva los 10 mandamientos del decálogo. A esto tenemos que agregar muchos valores de la Tradición y de la historia que son transmisibles para todas las épocas. Una sociedad reconoce las vidas ilustres de sus héroes y las vidas ejemplares de sus santos. En esas vidas hay muchas cosas que rescatar para los tiempos actuales, aunque hayan pasado muchos años, incluso siglos.
Lo que es cambiable
En cambio en las maneras y en las costumbres cada época tiene sus formas y modos de proceder. En los últimos tiempos, cuando todo va mucho más rápido, se hace urgente, abandonar, cuanto antes, los pensamientos “dinosaurios”; modos, expresiones y procedimientos de épocas pretéritas que ahora no se consideran y ya no van. Por ejemplo los excesivos controles o sistemas represivos que existían, no solo en la milicia, sino también en las instituciones educativas, ya no tienen sentido ahora.
Los tiempos actuales son más abiertos, se deja libertad para que las personas hagan las cosas queriéndolas de verdad y no solo para cumplir con unos procedimientos establecidos.
El pensamiento “dinosaurio” lo tienen quienes le dan más importancia a procedimientos o reglamentos que a las personas, los que se fijan más en lo que hacen o no hacen las personas que en las personas mismas, los que buscan que las personas sean para las instituciones y no que las instituciones sean para las personas, los que pretenden que las personas hagan lo que está establecido para que se vea que todo está bien y no van al fondo de cada persona.
Podríamos decir que “pensamiento dinosaurio” lo tiene el voluntarista de turno, que se ha acostumbrado a hacer las cosas porque hay que hacerlas y ha perdido el sentido común que le haría ver la conveniencia o finalidad de una acción concreta. Hoy, más que nunca es urgente distinguir los medios de los fines y cuidar de no tratar un medio como si fuera un fin.
¡Felices tiempos nuevos en este año que empieza como un nuevo reto para todos nosotros! ¡El amor a la verdad nos dará la libertad que todos deseamos para ser felices de verdad!