Si el espíritu y fundamento de la Constitución Política del Perú se hiciera sustento en muchas de las leyes que pretenden ordenar la vida y los caminos de nuestra nación, la Economía Social de Mercado habría sido no sólo una fuente de inspiración, sino el compromiso político hacia el progreso y desarrollo de todos.
Por eso, cuando hablamos de pensiones dignas tenemos que ser muy precisos en varios aspectos, como por ejemplo el definir qué es lo digno, dónde comienza y si por alguna razón, tiene un límite o fin natural.
Un sistema de pensiones universal es peligroso presentarlo como solución, ya que es insostenible en el tiempo, no dura, no se financia con equilibrio, se pierde en la quiebra. Los que digan lo contrario –puedo entender su buena voluntad- no saben que las pensiones no son ilusiones, sino la construcción desde jóvenes, del techo que los ampare en la solitaria lluvia de la vejez.
Explicar, enseñar, educar, comunicar, informar, todo ese circuito permite apreciar el valor del ahorro y los fundamentos de las pensiones. Ninguna Ley puede reemplazar la educación previsional, ni imponerla.
Los sistema de pensiones –en plural, nunca uno solo- tienen que ser variables, movibles, escalonados, diferenciados, individuales.