Ha comenzado una escalada insensata y seguramente muy bien financiada por sectores contra la Libertad personal, con la finalidad de darle varias estocadas al sistema privado de pensiones en países donde su fortaleza y éxito no fue de la mano con la información y educación previsional que debería haber sido una de sus columnas de soporte y estímulo a más ahorros, sentido de pertenencia y progreso.
Que se tengan críticas es algo racional, pero que se pretenda en base a comentarios y especulaciones generar la destrucción de la acumulación individual de dinero de los trabajadores para conquistar una pensión de jubilación –entre otros beneficios y ventajas sobre los quebrados sistemas de reparto- es una atrocidad.
No existe ningún esquema estatal que otorgue pensiones equivalentes al esfuerzo de los cotizantes, sino bolsas comunes llenas de huecos, fardos funerarios vacíos, ataúdes apolillados con miseria –es decir- pirámides donde la base se hace cada vez más angosta y la cima más extensa.
No entender que la vejez aumenta, que cada día habrá menos nacimientos, que la ancianidad superará la base de 65 años para ponerse sobre los 80 años y que se requieren más impuestos en países donde habrá menos contribuyentes, es cerrar los ojos ante las evidencias.
Para que un sistema de reparto funcione, se necesitará elevar las cotizaciones al triple donde ahora es solamente 10 por ciento, siendo además elevado el Impuesto a la Renta al doble porque no se trata sólo de pagar pensiones, sino de darle Infraestructura para la Longevidad a los que siendo ancianos, no tengan oportunidades de ingresos por el trabajo ya que nadie se los dará.
Un país sin hospitales geriátricos que puedan atender a cientos de miles de personas, un Estado que no cuente con odontólogos y oftalmólogos geriatras, con enfermeras y auxiliares entrenadas en desplazamientos y cuidados especiales, ciudades sin calles adecuadas para decenas de sillas de ruedas, transportes públicos sin accesos o elevadores para ingresar y salir, esquinas y paraderos que no cuenten con barandas y bancas de descanso, semáforos que no adecúen el cronómetro al paso lento del transeúnte con bastón, muletas o andador, parques y zonas de uso del tiempo libre para caminar, conversar, mirar, disfrutar….en eso no piensan los que quieren viejos pobres recibiendo migajas que no son pensiones y no servirán para nada en pocos años, porque los están condenando al suicidio en vez de enseñarles a construir sus propias pensiones.
Repartir algo que está demostrado que se acaba porque se termina usando mal o se lo roba un gobierno de izquierda, socialista, con una complaciente derecha mercantilista o sectores populistas –eso no importa- es seguir engañando a los trabajadores que estando afiliados a una AFP, son sorprendidos para pasar a un sistema estatal de reparto donde no existen esperanzas en el tiempo.
El ahorro personal pertenece a cada trabajador y sólo reside en la Libertad de cada trabajador decidir su destino, no en los gobiernos.