El espectáculo no tiene fin, el telón sigue abierto y las sillas del teatro del absurdo lucen repletas cuando alguien o “alguienes” dicen cualquier tontería con tal de obtener -ellos-, por las buenas o las peores, una portada en los medios de comunicación, que hoy en día son, como decimos insistentemente en Minuto Digital, “los intermedios de la incomunicación”, las cuevas de la desinformación, el cadalso que compran los que quieren sonreir en su propio ajusticiamiento (por pedido propio).
Vivimos en tiempos que son iguales a los de siempre, pero peores. Un autodenominado periodista, que en realidad es un cancerbero y pirata de las comunicaciones, ha sido descubierto en sus malas artes, en sus tretas y bajos oficios, urdiendo conspiraciones y ataques contra la democracia, contra la libertad. Pero eso que no le importa, le está jugando una mala pasada, en lo mediático y en su salud, porque gracias a Dios desde las redes sociales, los jóvenes han visto quién es y cómo delinque el amo de la escoria caviar que maneja a la prensa (o por lo menos, la extorsiona, chantajea y le impone agendas, como las que uno de sus operadores escribía y ordenaba en Palacio de Gobierno con una ex primera dama).
El camarada “Gus” cuyo nombre es impublicable en las páginas de las ventanas de la Libertad, aduce que le tengan piedad, compasión, unas monedas para sufragar su traición… pero nadie le cree, así se haya maquillado como siempre lo hace, en las palabras, en el rostro y en los movimientos. Un cancerbero, un impulsor del sicariato mediático que ha vivido y vive de los gobiernos (de presionar para usar nuestros impuestos) es hoy alabado por sus empleados y colegas del rufianato caviar. Vaya sensación de miedo.
No es periodista, jamás lo fue. Muy por el contrario, representa algo denigrante frente al Periodismo.
No hace investigación periodística, jamás lo ha hecho, es un compra documentos, pagados por rivales políticos o mercantilistas que quieren sacar del medio a sus competidores.
Ni periodista, ni de investigación, pero tuvo el acierto criminal -en su desenvolvimiento- de patentar al “nuevo periodismo de investigación”, el de fotocopias, el de roba documentos, el de transcripciones textuales de ocurrencias policiales, denuncias fiscales o sentencias judiciales. Eso no es periodismo, eso no es investigación. Pero lo idolatraron e idealizaron hasta que por fin, se le cayó la careta, las caretas de antes, las máscaras de ahora.
Está enfermo de la vida, sigue enfermo de maldad e hipocresía, nadie lo considera periodista, porque no lo es, nunca lo fue, jamás lo será.