Se ha hecho casi común esperar que -algún día domingo- los programas de televisión anuncien grabaciones “secretas” que comprometen a políticos, empresarios, gestores de intereses, amantes, amigos de alguien con un cargo público y por supuesto, periodistas.
Las “revelaciones” son como partes de una historia de escándalos que se van acumulando para obtener dos beneficios: destruir personas y honras, denunciar delitos y actos de corrupción. Lamentablemente, esas dos escenas se han convertido a lo largo de los últimos años en una sola misión que cumplen a cabalidad los medios que usan las grabaciones obtenidas mediante interceptaciones ilegales.
Repetimos: “chuponeo” como acción ilegal, efectuada por los servicios de inteligencia, puesta interesadamente en manos de medios de comunicación que juegan al chantaje, la extorsión o devuelven favores a cambio de mayores beneficios con el gobierno de turno, sea como publicidad, auspicios, subvenciones, intercambios, contratos directos o por alguna empresa relacionada, favores corporativos o individualizados, o lo que a cada quien en esos momentos o en proyección les interese.
La interceptación de llamadas telefónicas, conversaciones por redes sociales o mediante whatsapp (este es el mayor objetivo de espionaje y captura de los mensajes) y las grabaciones efectuadas inconsultamente en el domicilio del objetivo, en oficinas, restaurantes y citas entre dos o más personas que intercambian informaciones “interesantes” para los servicios de inteligencia y sus proveedores políticos y financieros, es una industria ilegal que en el Perú se ha vuelto una escena cotidiana y de alta rentabilidad política.
Es muy fácil para el programa de espionaje e interceptación Pegasus infectar dispositivos móviles, es posible que los usuarios ni siquiera sepan que están siendo intervenidos y grabados, porque no han tenido cuidado al navegar por la web o porque han permitido que a sus hogares y oficinas ingrese personal camuflado a instalar dispositivos de captura.
Inclusive en el propio automóvil se instalan pequeños adminículos que facilitan la captura de imágenes y voces. Pero Pegasus va más allá, porque con un sistema añadido de antenas orientadas hacia la zona de interés, con base en vehículos que van circulando sin apariencia de amenaza, se tiene un acercamiento perfecto y un detalle más exacto hacia el objetivo elegido.
Y así, obtenida la grabación, la conversación, la foto o la película del momento, se busca entregarla a un medio de comunicación que se convierte en el ventilador autorizado de la revelación. Pero aquí hay algunos problemas que se deben señalar.
Primero, ¿El chuponeo, el espionaje, es un acto ilegal que revela otro acto ilegal? ¿Y ese acto ilegal, en cadena, al revelarse públicamente, también se convierte en ilegal o se justifica toda esa secuencia?
¿La libertad de prensa requiere alianzas con el poder oscuro del espionaje inducido contra ciudadanos opositores, sólo por la búsqueda de rentabilidad financiera obtenida por mayor audiencia y rating? ¿También se puede especular que los medios cercanos al poder, viven en una permanente alianza con los servicios de inteligencia que les proveen material altamente sensible para atacar a sus oponentes comerciales y financieros? ¿Quiénes manejan el sistema Pegasus, el sistema Reliant y el viejo sistema Constelación en el Perú?
“Pegasus puede infiltrarse en un teléfono inteligente a través de la aplicación de mensajería WhatsApp, ampliamente utilizada, sin que el usuario del teléfono se dé cuenta”
Solamente durante el año 2021 se calcula que la producción de espionaje e interceptación en el Perú ha empleado por lo menos 70 millones de soles en personal, equipos, implementación, vehículos, viajes, gastos de hospedaje y pago a terceros, según nuestras fuentes.
Y es que no se trata solamente del sistema Pegasus, sino también del sistema Reliant y del antiguo Sistema Constelación (que decían fue desactivado), cuyo objetivo principal era servir como herramienta para combatir el narcotráfico, terrorismo y crimen organizado, pero progresivamente se fue dirigiendo al seguimiento de políticos, empresarios, periodistas, miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional con cercanía a opositores gubernamentales e inclusive, se manipuló en su interceptación hacia artistas y deportistas que progresivamente se manifestaban contra el gobierno en su momento. Constelación estaba manejado desde una oficina policial en San Isidro y el sistema capturaba la llamada directamente desde la línea telefónica. Allí trabajan equipos en turnos de ocho horas con 50 operadores por cada segmento de escucha.
Constelación -nos informan- sigue funcionando para justificar algunos casos mediáticos, en especial contra los operadores de justicia. Es decir, doble rostro o misión limpia, no se sabe a ciencia cierta.
Pero en el caso del sistema de espionaje e interceptación de comunicaciones en el Perú, antes del ingreso del sistema Pegasus que está de moda y nadie lo había detectado aquí, se adquirió el software del sistema de espionaje e interceptación Reliant a la empresa Verint Systems, que brinda monitoreo y análisis de voz, video y datos para una “gran cantidad de objetivos”. Estos equipos se emplearon contra diferentes miembros del propio gobierno que los adquirió y ahora siguen activos los grupos de escucha, seguimiento, grabación y control de las comunicaciones, ya que se hace una selección por temas de interés en cada objetivo (persona seleccionada para el seguimiento y acumulación de pruebas que luego son comercializadas o entregadas a los medios afines al gobierno de turno).
El juego del espionaje es muy interesante en el Perú. A veces se usa una información con un “proveedor de medios” y en paralelo se usa otra información que compite con la entregada, en beneficio de otro proveedor (se les denomina proveedores a los que reciben el paquete de datos, fotos, grabaciones).
Por ejemplo, digamos que al político A se le graba y le seleccionan una serie de conversaciones y videos, se suman documentos obtenidos ilegalmente y “armado el paquete” se le entrega al Canal de TV elegido, por intermedio de su “unidad de investigación” donde hay un topo al servicio del sistema de inteligencia. Esa unidad de investigación, en realidad es una unidad de recepción de información del espionaje gubernamental.
En paralelo, se hace lo mismo con otro Canal de TV pero con información del político B, la semana siguiente, bajo los mismos patrones de acercamiento y entrega. Y finalmente, en medio de todo ese doble juego, se le entega a un medio impreso información complementaria, como para abrir el panorama de la información que maneja el cuarto poder.
Como ven, en el Perú el sistema Constelación –prestado dicen-, está operativo. El sistema Reliant, se encuentra muy activo y ahora tenemos en acción el sistema Pegasus. ¿Tres sistemas y tres grupos operándolos?
Lo que nos preocupa también es que ahora, con el gobierno de ultraizquierda en el poder, nuestros informantes indican que el G2 de Cuba, gracias a su unidad “EcuPeruBol” está a cargo de los equipos Reliant y Pegasus… y el principal objetivo de seguimiento y ataque son los periodistas independientes de oposición.
Pero no se preocupen, porque pronto les daremos más datos.
Para que tengan en cuenta: “Los usuarios de Pegasus -los servicios de inteligencia- han podido instalar el software en teléfonos inteligentes con una llamada perdida en WhatsApp e incluso pueden eliminar el registro de la llamada perdida, lo que hace imposible que el propietario del teléfono sepa que algo anda mal. Otra forma es simplemente enviar un mensaje al teléfono de un usuario que no produce ninguna notificación”
Fotografía referencial, cortesía El Nuevo Siglo