En el futuro no muy lejano, alrededor de 12 millones de peruanos no tendrán ni jubilación ni pensiones y además, tampoco podrán extender cobertura de sobrevivencia a sus potenciales beneficiarios.
Esto quiere decir que siendo personas con 65 años de edad, sus esposas o parejas, hijos menores de 18 años o que estudien en la universidad hasta los 28 años, y sus padres –de tenerlos a su cargo en la etapa más hermosa de la ancianidad- no podrán recibir bajo ningún concepto una pensión de viudez, orfandad, estudios o ascendencia.
Lo peor es que nadie informa ni explica esta gravísima situación a los trabajadores y sus familias, las mismas que van a quedar en un desamparo incontrolable y que no tendrá forma alguna de atención desde el Estado o la sociedad, ni siquiera quintuplicando los impuestos.
Los detractores del sistema privado de pensiones nunca han tocado este tema tan sensible, abandonando esperanzas, desperdiciando oportunidades por la absurda demagogia y populismo de Congresistas que llenos de limitaciones y algún odio, han sembrado grietas donde existía un muro sostenible de ahorros para la vejez.
Que muchos necesitan dinero para pagar deudas, cubrir los estudios de sus hijos o piensen que es más seguro construirse un negocio que les genere mejores ingresos ahora y para la vejez, es algo evidente, pero no es culpa de haber ahorrado o cotizado para las pensiones y la jubilación el tener esas urgencias, necesidades o sueños truncos, eso es muy tonto de afirmarlo.
Durante los últimos años el desempleo en edades de 45 años hacia arriba ha crecido exponencialmente y la carencia de recursos económicos ha aumentado junto a la angustia, desesperación y temor de familias que no merecían ese destino. Peor aún el año 2018 tuvimos unos meses al peor Ministro de Economía de toda nuestra historia, el verdugo de la clase media, alguien que vio en el ingreso de los emergentes y los pobres, la nueva alcancía de un gobierno sin ideas, sin liderazgo, sin amor al país.
El número de hogares divididos –separaciones, divorcios- crece porque el problema de necesitar dinero es el fuego que aviva la explosión al no tener trabajo, ingresos, estabilidad. Discusiones y peleas en el hogar resultan alimentadas a diario. Entonces, en medio de la incertidumbre y las urgencias viene un político irresponsable y vende ilusiones temporales a cambio de votos futuros y lo logra casi siempre.
Más de ciento cincuenta mil afiliados a las AFP han retirado el 95,5 por ciento de sus ahorros en las AFP y el ochenta por ciento de ellos no sabía qué hacer con el dinero.
Muy pocos han pagado deudas, otros han colocado el dinero en depósitos a plazos fijo o en fondos mutuos, algunos han reinvertido en las mismas AFP en aportes voluntarios sin fin previsional, otros han comprado alocadamente algún vehículo, renovado artefactos eléctricos o viajado, pero invertir bien, desarrollar un negocio sostenible y perdurable, consolidar sus profesiones o carreras laborales, no.
Lo cierto de todo esto –al margen de las decisiones de cada uno- es que en las AFP el dinero está seguro, no han tenido ningún problema en sacarlo y además, con resultados positivos en rentabilidad. En cambio en la ONP o sistema nacional de pensiones, no existe dinero para devolver, no se trata de un ahorro personal sino de un pago para que otros lo reciban y lo que es peor, cada vez con mayores problemas, mayores deudas, menores pensiones a las esperadas.
Muchos mitos, acusaciones y mentiras se dicen del sistema privado de pensiones y eso es un atentado contra las personas cuyos ahorros están creciendo en el tiempo para mejorar sus pensiones en la jubilación o para proteger a sus familias con la cobertura de sobrevivencia.
Un país con 12 millones de peruanos sin pensiones ni jubilaciones –de aquí a unos 20 años en promedio- no será posible de subsistir ni cambiando todas las leyes, porque los impuestos no construyen pensiones, ni futuro.