La frase original en realidad es un poco más dura, pero como señalaba hace meses un colega leyéndola completa, mejor no ponerla por educación. Sin embargo, le pega al cuento aquella que ahora acuñamos al escribir que “en el Perú, no hay razones para no robar, por que hay mucho por saquear” y por eso, desde el gobierno y sus medios de comunicación, el aplicar el populismo para tapar fechorías es lo políticamente correcto para llevar a cabo esta hazaña de la maldad.
Hace más de dos años escribimos –antes que se nos cuelguen otros, como siempre- que un equipo de asesores principalmente argentinos, trabajaban con Palacio de Gobierno en todo un esquema de propaganda, comunicaciones, manejo y creación de campañas en favor del presidente y su entorno, en la convicción que podían fabricar un liderazgo sobre la nada, es decir, sobre Vizcarra.
¿Un liderazgo a partir de Vizcarra? Efectivamente, esa era la misión principal y para sustentarla, generaron una escalada de anuncios políticos, mensajes autoritarios, señalamientos delictivos contra cualquier oposición, condena a todo lo que sea expresado desde la otra vereda y una extrañísima forma de gobierno que revelaba acciones y discursos similares a los del populista más dañino de la historia argentina: Perón, aquél miserable que logró hacer gritar con emoción y locura a millones de sus compatriotas, la frase más claudicante jamás escuchada “ladrón o no ladrón, queremos a Perón”.
Pero nadie imaginó que este monigote adornado de populismo -hablamos ahora de Vizcarra- iba a quebrar el asesoramiento millonario y todo colapsó un día de tantos, cuando cerró el Congreso y los argentinos, temerosos del desenfrenado e incontrolable “supremo”, y también asustados por la pandemia, prefirieron huir y ponerse a buen recaudo en su patria, contando por supuesto con las más amplias facilidades en su transporte. Poco faltó para imponerles la Orden del Sol en el grado de Gran Cruz.
Y así, puestos en la escalinata del avión presidencial, comenzó la alegría para otro grupo que estaba a la espera en la PCM, también con un argentino al frente, un venezolano andariego y un siniestro asesor peruano-boliviano recomendado por Evo Morales. Estos tres profesionales de la manipulación y los medios, son los que se encuentran liderando cinco equipos de propaganda hoy en día.
El primero con periodistas de las pantallas de televisión y algunas radioemisoras, el segundo con actores y artistas vigentes y en proceso de extinción, el tercero con gentes de la gastronomía que envidian al precursor y quieren también su “lugar”, el cuarto con ex ministros del gobierno de Humala y algunos segundones del “equipo de lujo” y el quinto y más perverso, con lo que se llama influenciadores de las redes (periodistas vanidosos, columnistas veleidosos, narradores de noticias apodados comunicadores, dueños de portales web con gustos exacerbados con el dinero y deportistas que más se asemejan a protagonistas de la farándula).
Al suplente del presidente anterior, que se hizo de un cartel imaginario de éxito regional en base al dinero metido en alforjas de varios medios de comunicación para presentarlo como “eficiente”, siendo todo lo contrario, y que durante dos años transitó en un ministerio acusado de irregularidades, una embajada silenciosa e intrascendente y una vicepresidencia inactiva y alejada de su compromiso inicial –a él y sólo a él- se le vino la idea de encarnar al nuevo líder de la política peruana, un Túpac Amaru moderno, un filósofo del pueblo, alguien como Bolognesi, una construcción política “histórica” según su trastornada y obsesiva hipótesis. Citamos: aunque usted no lo crea.
Para lograr tan profundo maquillaje, a pesar de los fracasos iniciales, la estrategia fue construyendo una serie de acciones, imágenes, mensajes y desplazamientos, que sin tener consistencia, son como inyecciones mentales de lo que la mayoría rechaza también para hablar con voz entrecortada y gritando: “encarno tu protesta, tu protesta es mi protesta”… Populismo, ilusión temporal, manipulación en marcha; recuerden, como con Perón y sus letreros en los pueblos alejados.: “Vizcarra cumple”, pero no hay nada.
Entonces, mientras armaban el nuevo rompecabeza y el neolenguaje andino populista, trajeron en ese camino a un gordito también argentino, que se ufana de un heroísmo que le cayó del cielo, a fin de ofrecer cátedras de periodismo para hilvanar la egolatría de los nativos, mediante una singular defensa del gobierno frente a la ley referida a publicidad estatal (subvenciones por el servicio al poder). Nosotros se los dijimos y no nos creyeron hasta que viejos amigos, confiados amigos escucharon al escandaloso visitante que se fue más rápido de lo que vino, totalmente frustrado, pero con la alforja llena de billetes.
Les mencionaba al inicio la frase “en el Perú, no hay razones para no robar, porque hay mucho por saquear” porque representa el objetivo de todo estratega de propaganda populista –ojo que señalo propaganda y no publicidad-, al obsesionarse para que el pueblo, usted y yo, seamos todos los días bombardeados con formas sutiles de manipulación y nos convirtamos en autómatas, seguidores de palabras y no de razones ni de argumentos cuando veamos, escuchemos u oigamos al presidente. Así funciona el extraño resultado de las encuestas, porque en sentido común, nadie podría apoyar ninguna razón para robarle al país.
Fabricar populismo no es complicado, tener un líder populista, es imposible con Vizcarra, así compre encuestas cada mes, así se embarre en medio de un alud y rescate a un gatito de juguete, así se meta a un ómnibus interprovincial para viajar como un simple pasajero “para ir junto al pueblo”, así cante y baile en un programa de televisión y le exprese afecto en público a su esposa… porque carece de emoción, de virtudes, de transparencia, de honestidad, de coraje, de liderazgo. Y si alguien escribe que Vizcarra carece de liderazgo, a cuidarse amigos, éste se enfada, pierde control, las pastillas se le mezclan y su obsesión compulsiva le hace cometer más errores y cualquier exceso.
Nadie lo puede negar: no es un líder y nunca lo será.