Parece que finalmente, sin que nos demos cuenta, el gobierno del señor Vizcarra terminó doblegándonos o domesticándonos, de la manera en que lo hacen los estados totalitarios y los dictadores.
No sé si se ha percatado, estimado lector, de cómo el gobierno, poco a poco, nos fue quitando nuestras libertades constitucionales, poniéndonos restricciones con la excusa de un estado de emergencia interminable y que, si es que hay elecciones el 11 de abril, terminaría el 28 de julio de 2021.
El gobierno del señor Vizcarra nos puso en una interminable cuarentena que iba ampliando cada 15 días y que lo único que logró es poner a nuestro país en los primeros lugares del mundo en cuanto a infectados por el COVID-19, por muertos por millón y también en cuanto a destrucción de la economía, que tanto nos costó recuperar en los últimos 30 años. Es decir, ineptitud elevada a la “n” potencia.
Este gobierno, plagado de izquierdistas, de gente corrupta y de ineptos como el actual primer ministro, por supuesto el anterior Zeballos y el tras-trasanterior Villanueva, comenzó por hacer un complot para hacer que renuncie el expresidente Kuczynski; poco después traicionó a sus cómplices y de manera ilegal y a mi modo de ver anti constitucional, a pesar de lo que haya dictado el servil Tribunal Constitucional, clausuró el Congreso el 30 de septiembre de 2019.
Y así, sin Congreso, sin equilibrio de poderes, sin nadie que pueda fiscalizar, manejó al país como le dió la gana, hasta destruirlo. Y si no, miren a Argentina o Venezuela.
Con un país ya destruído, con casi 7 millones de desempleados, el gobierno decidió, como lo hacen los estados totalitarios, una reactivación en cuatro fases que ha venido administrando como le ha dado la gana y a su antojo. Es decir, un pasito para adelante y dos pasitos para atrás.
El objetivo: Hacer creer al país que la economía social de mercado, escrita con sangre en nuestra Constitución Política de 1993, es un fracaso y que toca hacer un cambio. Y ahí tenemos a este nuevo Congreso, el peor que yo haya conocido, con una gran mayoría de gente ignorante, demagoga, populachera y huachafa, gracias al golpe de estado del presidente Vizcarra.
Querido lector, si no se ha dado cuenta, el dictador Vizcarra ha decidido, por usted, que era una persona libre, a qué horas puede salir y a qué hora debe encerrarse en su casa. Su presidente ha decidido si puede viajar o no, si puede hacer deporte o no, si puede ir a un restaurante o centro comercial o no. Si los domingos puede salir en auto o no. Él está decidiendo por usted, al mismo estilo de Josef Stalin en Rusia, de Kim Jong-un en Corea del Norte, de Fidel o Raúl Castro en Cuba, de Nicolás Maduro en Venezuela o de Alberto Fernández en Argentina, entre otras porquerías.
Y si usted, estimado lector, es mayor de 65 años, están afectando todos sus derechos constitucionales; lo lamento por usted y tiene todo el derecho a protestar e indignarse.
El dictador Vizcarra y toda su camarilla no se cansan de decirnos que el país está en guerra. Solo hay que revisar los diarios para comprobarlo. Pues el Artículo 140° de nuestra Constitución Política indica que la pena de muerte sólo puede aplicarse por el delito de traición a la patria en caso de guerra.
Y es lo que le corresponde a Martín Vizcarra y sus secuaces, porque han traicionado a la patria y la han destruido.
Ilustración gráfica, Facu Moreno