Tenemos que decir las cosas como son, no como nos parece que son, no como quieren algunos que les digamos. El robo es robo, la cobardía es eso, cobardía. En consecuencia, el comunismo es lo que es, por más adornos y maquillaje que les pongan los actores de esa coreografía del crimen y el odio.
Comunismo, progres, caviares, socialconfusos, socialistas, ambientalistas (extremistas), feministas (radicales), ecoluchadores, dirigentes populares (que sólo cobran cuotas y manejan fondos que sólo ellos utilizan para sus “representaciones” y nunca rinden cuentas)… todos con doble, triple y hasta quíntuple semejanza: son lo mismo con varios nombres, son el sinónimo de la maldad, la coincidenca de la ira, el resumen de la intolerancia. Pero, ¿No eres muy drástico al decirlo así, Ricardo? No, no lo soy, al contrario, me parece demasiado elegante con los que matan, asesinan, destruyen, queman, odian, ienten, engañan a los más pobres entre los pobres y siembran resentimientos. Sin embargo comprendo tu pregunta, no te justifico, no es mi tarea ni responsabilidad, pero comprendo tu ignorancia y debo decírtelo: ignorancia que te sale automáticamente, sin que te des cuenta por supuesto, hasta de los poros; o extrema bondad que raya en lo inadmisible, también, sin que te des cuenta por supuesto, para permitir que tu Patria, nuestra Patria, se destruya y no hagamos nada por impedirlo. Perdona si lo digo así, pero debo hacerlo.
El pecado del ciudadano, se llama ignorancia. ¿Tanto así? Más bien es poco lo que les digo, porque de la mano viene la complicidad manifiesta o no, pero complicidad al fin y al cabo, donde se pierde toda la ciudadanía, donde el sentido de pertenencia es castigado, donde la libertad es casi algo tan malo y despreciado como el amor. ¿No te suena a conocido ese discurso del odio que dice que si estudiaste en un colegio más o menos bueno, si vives en un determinado barrio o distrito de “Lima”, no eres o no tienes derechos similares a los del “pueblo”, que es una categoría de pobreza falsa, inventada para enfrentar a quienes ni siquiera se conocen y nunca han tenido problemas entre ellos?
Esa es la labor del comunismo: que odies y te odies por tu procedencia, construcción personal y familiar o herencia. ¿Y porqué habría de odiarme? ¡Es eso una locura! No es locura, es “la nueva cordura”, “el nuevo orden, en el nuevo mundo”.
En el Peru del siglo XXI de la oscuridad, se reproducen infinidad de supuestos líderes, de hipócritas políticos y autodenominados salvadores provenientes de las cavernas de la corrupción y la impunidad de las izquierdas recalcitrantes y sabiéndolo nosotros, los elegimos o peleamos por elegirlos aún a costa del destino del Perú (dime que no, sin decirme que estás mintiendo, dímelo).
¿Cómo merecer un país fabuloso y extraordinario, si a la vez lo condenamos a golpes, quemamos su alma, reventamos su corazón? Los violentos de las izquierdas subversivas nos están cansando y hay que ponerle nombre a nuestra indignación, pero sin dejar de mirar a nuestros costados, donde los culpables del voto perdido, o del voto terminal -entre el cáncer y el sida, ¿así dicen siempre no?- están mirando de costado ahora, indiferentes como siempre y repito, culpables como siempre.