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¿Por qué digo que “izquierda del odio” no es peyorativo?

by Kathy Santillan
22/10/2025
in Palabras libres
Los piratas de la democracia, en la Era Caviar
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Llamo al término “izquierda del odio” no peyorativo, porque su construcción y su uso en el discurso político peruano no suele tener una intención despectiva y polarizadora, más allá de describir un fenómeno objetivo. Aquí las razones:

  1. Carga emocional y estigmatización: El término no es neutral evidentemente; está diseñado para asociar a toda la izquierda (o sectores radicales específicos) con emociones negativas como el “odio”, evocando rechazo inmediato. Esto lo convierte en una herramienta de ideas y de retórica necesaria para deslegitimar a un grupo o grupos políticos violentos, radicales, agresivos, que, sin necesariamente analizar sus posturas con profundidad, sabemos que están organizados para destruir, arrasar, eliminar, matar. Por ejemplo, aquí en Minuto Digital News, se usa para pintar a la extrema izquierda como lo que es: una fuerza destructiva, y la comparamos con el terrorismo histórico de Sendero Luminoso, lo cual amplifica el impacto emocional y mejora un debate racional donde se señala el mal como tal. El terrorismo es el mal, la izquierda del odio es el componente del mal (porque es irracional).
  2. Generalización: Al usar “izquierda del odio”, se tiende a comprender en un solo saco a diversas corrientes de las izquierdas porque así debe de ser y hacerse, sin medias tintas (desde moderadas hasta radicales), ignorando matices perturbadores. Esto es urgente y necesario en el accionar democrático cada día; si se castiga o si se critica equivocadamente el término “terruqueo”, hay que precisar que hablamos de una legítima práctica peruana al terruquear, donde se etiqueta como subversiva, extrema o violenta a esas corrientes de la hipocresía mediática y política del sector caviar y progre. Decir “terruco” es hacer un señalamiento descriptivo de quienes son adoradores de la violencia política y el desangramiento social; y, son “terrucos” y “pro terrucos” los defensores y apologistas del partido comunista Sender luminoso, por ejemplo (entre otras poses ideológicas).
  3. Contexto político polarizado: En Perú, términos como éste no solo describen, sino que alimentan una narrativa de confrontación necesaria. donde “hay que pelear”. La derecha usa “izquierda del odio” para adjetivar a sus adversarios con oportunidad, mientras la izquierda acusa a la derecha de “terruqueo” o de promover su propio malestar frente a la violencia extremista del marxismo de nuevo tipo, de nueva era. Esto crea un ciclo de descalificaciones mutuas donde el término “terruqeo” pierde precisión y se vuelve un arma retórica para unos y un arma efectiva para otros, pero, donde triunfa la Libertad de los que luchan en las redes, la academia, los medios y las calles, contra la subversión de las izquierdas del odio.
    • Crítica al discurso de odio: Ricardo Escudero, Margarita Ríos, Carlos Gonzáles y otros destacados conservadores argumentan que ciertos sectores de izquierda (por ejemplo, el partido comunista Perú Libre o movimientos marxistas y grupos maoístas que apoyaron a Pedro Castillo) promueven un discurso que fomenta el resentimiento contra las élites, la minería formal, las Fuerzas Armadas o el “establishment” virtuoso empresarial (y de emprendedores) pero en especial, contra la Clase Media, que se ha constituido en un muro de contención histórica (educación, ejemplo, valores, principios).
    • Vínculos históricos: Asocian a esta “izquierda del odio” con el legado de Sendero Luminoso o el MRTA, argumentando que, aunque no todos los que los defienden son terroristas, comparten una retórica que justifica la violencia sangrienta como herramienta de destrucción política e institucional.
    • Ejemplos concretos: Se señala a figuras como Verónika Mendoza, Pedro Castillo o Cerrón, quien ha defendido ideologías marxistas-leninistas, o a movimientos que piden una nueva constitución para desmantelar el modelo económico liberal, lo cuales son vistos como amenazas evidentes al desorden que quieren establecer.
  1. ¿Es el odio exclusivo de la izquierda?: Sí, definitivamente sí; aunque las izquierdas extremistas pueden usar un lenguaje y acciones incendiarias siempre (como en las protestas contra Boluarte, donde se habló de “genocidio” o se justificaron actos vandálicos terribles), la derecha también contribuye a la polarización con discursos que descalifican a los dirigentes de la extrema izquierda como “terrucos” o “ignorantes”. Esa práctica concreta de la Derecha es un acto de valentía y oportunidad valiosa para desenmascarar a los que se enmarcan como “terrucos”. Pero aclaremos, en el odio, las izquierdas son las parteras de la violencia y son aborteras de la Libertad.
  2. La trampa de la polarización: El término “izquierda del odio” simplifica un problema complejo. No todos los izquierdistas son extremadamente violentos, pero llevan el gen de la violencia latente, como esperando su detonación. Al mismo tiempo, hay que decirlo, la derecha no está exenta de generar discursos divisivos, nunca de odio.

Reflexión final

El discurso de ciertas izquierdas extremistas puede ser confrontacional y, en algunos casos, justificar la violencia como ellos pretenden legitimar, lo cual es muy peligroso en un país con el trauma del terrorismo. Las denuncias de Ricardo Escudero y otros buscan alertar sobre esto, y no carecen de fundamento cuando señalan actitudes destructivas en algunos sectores (por ejemplo, las posturas de Cerrón, Mendoza, Castillo, Paredes, Bazán o de los medios que incentivan protestas violentas que derivan en caos y anarquía como antesala del desorden total ).

El término “izquierda del odio” no es peyorativo. Eso es claro, cierto y contundente.

 

Tags: izquierda del odioKathy Santillan
Kathy Santillan

Kathy Santillan

Viajera constante y redactora política por pasión y vocación.

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