Parece que ser sindicalista es una profesión que ha llevado a los dirigentes de los trabajadores a volverse en una especie de reclamones de dinero, pedilones de aumentos de salarios, exigentes de más billete en el bolsillo y nada más, como si la tarea de representación de los trabajadores fuese eso: pedir monedas y billetes, perdiendo dignidad, derechos y beneficios.
La lucha sindical es ahora -aunque parezca irracional decirlo-, una tarea de extorsión y no de solución, es un enfrentamiento a ver si saco más y condiciono más a las empresas y en ese conflicto, se hace daño a todos los trabajadores. Es el caso que muchos sindicatos se preparan cada año para plantear su pliego, solicitando aumentos sin saber exactamente hasta dónde pueden calcular esa proyección salarial de incrementos. Es decir, hacen cálculos en el aire, a lo que se les ocurra, sin tener ni una sola base cierta para alcanzar el planteamiento y poner en la mesa esa propuesta.
Los dirigentes sindicales, no se preparan, no leen, no estudian, parece que necesitan estar en cargos de representación, pero no representan nada: ni ideas, ni propuestas, ni soluciones, ni oportunidades. Carecen del sentido mágico de la realidad, de saber cuáles son sus responsabilidades y sus deberes inmediatos. Le tienen miedo al éxito y a ser reconocidos por ir “más allá” de un simple y anecdótico pedido de dinero, porque el dinero, amigos y no amigos, se acaba, pero la dignidad, jamás. Y construir dignidad es educarse, formarse, conquistar beneficios, saber sus derechos, alcanzar oportunidades, ser felices.
Preguntamos por eso: ¿Saben leer, analizar y comprender los Estados Financieros de sus empresas los dirigentes sindicales? ¿Conocen la diferencia entre ganancias, utilidades y rentabilidad? ¿Acuden al asesoramiento de profesionales idóneos en contabilidad, finanzas, reputación, bienestar social y aspectos legales? No, no lo hacen en estos términos, sino que llaman al amigo del compadre, al charlatán o al tinterillo, al abogado de pedidos de licor y juerga mientras se negocia, ese es el nivel, lamentablemente, de la gran mayoría de “asesores” que ven en las cuotas sindicales y en los dirigentes del momento, la oportunidad de embolsarse una gran cantidad de dinero irregular, aprovechando “cuotas extras para el proceso”. Tremendos sinvergüenzas.
Los trabajadores deben tener una Agenda Sindical de beneficios y conquistas, donde se arme un mapa de oportunidades educativas para que los que no completaron sus estudios escolares, técnicos o universitarios logren culminarlos para darle continuidad a su ascenso formativo. Planes de apoyo en carreras truncas y planes de apoyo en la formación técnica y profesional, no es lo mismo que eso de tener descuentos en institutos, academias o diplomados, sin que sea desechable el descuento, pero lo prioritario es avanzar sólidamente “a cambio de” tener en la empresa un plan o línea de oportunidades de carrera, así como se lee.
¿Esperan los trabajadores el transporte de la empresa, en un paradero al aire libre, con frío y un viento helado? ¿No pueden proponer que una brigada de trabajadores seleccionada por el sindicato construya un paradero cubierto y aireado, con bancas o asientos cómodos, diseñado todo por los trabajadores, construido por los trabajadores y obteniendo un ingreso extra por esa obra de parte de la empresa? Pero si es lógico hacerlo, es sencillo, pero ¿Lo plantea algún sindicato? Nunca, porque la mirada está en otro lado.
Un sindicato, es la propuesta y la respuesta, es el principal estímulo a la solidez de una empresa, es la carta reputacional o la partida defunción empresarial.
Estudien, lean, aprendan, rindan cuentas y sean honestos para que el movimiento sindical vuelva a lo que siempre pudo ser y no la vergüenza que hoy parece representar, de violencia, huelgas innecesarias, paros extorsivos y dirigentes buscando poder político y dinero para sus bolsillos.
Se necesitan Líderes, ¿Es eso posible?