La genial Mafalda lo definía tomando como ejemplo una canción de Ricardo Montaner que decía algo así como “iluminada y eterna, enfurecida y tranquila…” y podemos en consecuencia tomar esas pequeñas contradicciones en una sola persona, esa bipolaridad existencial para definir a la izquierda del país, como una bipolaridad de intereses sucios, perversos al extremo, donde se podría interpretar también diciendo “odiando y pidiendo, negando e imponiendo”, esa es la bipolaridad actual de la hipocresía política zurda, cambiante en una esquina donde no hay relevos, sino mentes estáticas que se reprimen a sí mismas, en un resentimiento permanente que nunca para de alimentarse en ese odio y perversidad, “enfurecida y tranquila”.
Hoy es común el ataque desde las múltiples posturas y muecas de las izquierdas, ataques que van desde qué comes o no comes, qué dices o no dices, qué piensas o no expresas, no interesa, lo central para ellos, los resentidos por todo y de todo desde las izquierdas, es el ataque hacia tu forma de ser, pensar, caminar, reir, llorar, mirar, alegrarte, enfadarte, lo que sea, porque siempre existe un discurso de odio en tu contra, siempre. Ellos, los de las izquierdas, marcan la hora y la cambian, cambian la hora y la anulan.
La posibilidad del diálogo no existe pero ellos, los de las izquierdas exigen un “nuevo diálogo”; se trata, nos dicen -en su narrativa- de escucharlos sin contradecirlos, se trata de escucharlos y también, a la vez, de aceptarles todo y no decirles nada en contra, ni preguntar para saber nada, eso es “su” diálogo”. Pero si les dices que eso es una imposición, salen con que eres facho, conservador, derechista y quién sabe que más. Sin embargo, como no nos molesta lo que nos dicen, porque sabemos de sus ignorancias y que de cada palabra que botan, viene su odio y complejos resentimientos, se molestan más y mueren si no les damos respuesta (no responderles no es conformismo, ni indiferencia. Es ignorar al ignorante).
Si les respondes para educarlos, te odiarán más, y te odiarán sin haberte escuchado a ti, sin conocerte, sin saber que eres un ser humano con dignidad y respeto y que en el diálogo, son mínimo dos y no uno, como a ellos les gusta en sus dictaduras.
Por eso, por el autoritarismo, por el comunismo, por el terrorismo, por las imposiciones a riesgo de muerte o cárcel si son gobierno o peor aún, riesgo de perder la vida si están en eso de “la guerra popular del campo a la ciudad”, es que fracasan los violentos, los del odio, los del resentimiento y las injusticias. Por eso, es un fracaso ser de izquierda en el Perú.