Que el gobierno no da para más, es una verdad a gritos pero por una extraña virtud o decadencia humana tan “peruana” se le perdona la vida a cualquier manipulador mientras está en las riendas de un poder que nunca obtuvo por caminos del voto que a otros, les impide directa o indirectamente para favorecer a su propio candidato y como no, a él mismo. Pero mientras su fueguino candidato va a la extinción, ¿Sagasti nos condena al exterminio?
Sagasti, un absoluto desconocido para el Pueblo, un simplón en el Congreso, alguien que se negó a los derechos de muchos y se opuso a las oportunidades de todos, fue injustamente seleccionado como la opción a la presidencia, en medio de una crisis política que su propio partido selló, pero con el cuento, con el engaño de una supuesta lucha por la “democracia” y así obtuvo el favor de acomodarse en el sillón presidencial, sustituyendo a quien sí lo había recibido dentro del debido proceso constitucional pero, nuevamente pero, a raíz de protestas callejeras incendiarias, a raíz de la coalición de las izquierdas, la corrupción y una prensa servil y alquilada con grupos de presión y de poder, obligaron a que renuncie dicho Presidente y Sagasti lo reemplace. ¿Y cómo lo reemplazó? Con mucho odio cubierto de poemas y mucha violencia cubierta de favores.
¿Qué ha hecho hasta ahora dicho señor desde la presidencia de un país que ya supera los cien mil fallecidos sólo por el COVID-19? Nada bueno, mucho de mal.
Y por eso, y también por las injusticias de un jurado electoral “hecho a la medida de la izquierda y la prensa mercenaria”, hoy comenzaron los ciudadanos a expresar en las calles, pacíficamente, ordenadamente, respetuosamente, su propia protesta popular.
No fue uno, tampoco fueron un millón. Estuvieron y estuvimos los necesarios por ahora.
Nuestro grito es: “prepárate prepotencia, te venceremos sin violencia”
Aquí una parte del testimonio gráfico: