El secuestro de periodistas a manos de ronderos y el desprecio demostrado por el primer ministro contra las FF.AA. y la PNP son indicadores del deterioro galopante del gobierno de Pedro Castillo.
Queda claro que una cosa es reconocer la constitucionalidad del derecho consuetudinario que ampara a las rondas campesinas, pero eso no valida el ataque del grupo que específicamente atacó a los reporteros de América TV la semana pasada; porque en ese caso se configuró no solo un secuestro agravado con extorsión, sino también un atentado terrorista. Obligar a leer una proclama caprichosa en televisión nacional a cambio de la vida de dos personas resulta, indiscutiblemente, un acto orientado a causar zozobra y terror en la población.
Peor todavía, el atentado se cometió con dos intenciones patentes: primero, encubrir el tráfico de influencias y la corrupción flagrante cometida por la hija-cuñada del Presidente; y segundo para ratificar que los territorios bajo supervisión ronderil son una suerte de “territorios liberados”, en los cuales no se puede transitar ni investigar periodísticamente sin previo permiso de sus dirigentes. Criterios subversivos que han sido subrayados por un documento que pretende establecer una nueva normalidad en todo el país, allí donde haya rondas y comités de autodefensa.
No se trata, como dicen los caviares y comunistas, de respetar tradiciones y costumbres originarias; tampoco de oponer “indios contra blancos”. Por si los incautos no lo entienden, esta es otra prueba de la agitación política que están haciendo desde el Gobierno para crear grupos paramilitares y alentar una constituyente que consagre un Estado plurinacional; en el cual precisamente estos disparates quedarían normalizados tal como se ve en el aberrante proyecto constitucional chileno.
Luego, cuando correspondía una reacción contundente de represión y sanción, a la policía se le ordenó solo conversar para recuperar los equipos fílmicos de los periodistas agraviados; señal clarísima de condescendencia. Por su parte Castillo, enemigo jurado de la libertad de prensa, se limita a un tuit intrascendente; y Aníbal Torres injuria a las FF.AA. y la Policía buscando generar una crisis deliberada que no es atribuible solo a su aparente demencia senil, sino al propósito de confrontar al pueblo con sus instituciones tutelares.
Así las cosas, estas fiestas patrias serán muy tensas y precisamente la movilización anunciada de ronderos y campesinos a Lima probablemente para intentar quemar el Congreso hacia el 26 de julio determinaría una crisis que, desgraciadamente, puede ser muy violenta.