Todos los días se repite la misma escena en diferentes partes del país, específicamente en las afueras de Puno, en alguna zona de Lima y tal vez por otro lado del país, pero se trata de mini protestas, grupos muy pequeños que con un presupuesto evidente, se mueven desde hace tres meses por un lado y por otro durante algunas horas y luego se repliegan para ver si logran algo más que lo poquito que hacen: nada en realidad. Por eso, construyen víctimas, empujan a mujeres contra la barrera policial en lugares donde no se puede efectuar marchas e inclusive, llevan a niños y bebés -propios y ajenos- para que en la violencia que ellos provocan, se produzcan momentos de riesgo contra los menores de edad, a fin de fabricar portadas en diarios y medios nacionales y extranjeros, denunciando “la represión” que han provocado por odio.
Tres meses donde decían desde el primer día que su antigua lideresa de gobierno, Dina Boluarte, caería en menos de 24 horas y Dina, sigue en su sitio, terca la apurimeña, o suicida la postulante a dictadora, porque aún le faltan algunos requisitos para lograrlo (lo de dictadora).
Protestas les dicen, pero son mini movilizaciones sin efecto, sin trascendencia, porque están organizadas por grupos que entre sí se disputan el mínimo espacio de posibilidad electoral futura. Las izquierdas burocráticas (las de las consultorías) y las izquierdas subversivas (del lapicito y sus tajadores) no son competidores de buen tamaño, ni aún juntos y revueltos, porque todos sus “líderes” están ausentes de representatividad popular, donde algunos de ellos, ni siquiera logran reunir firmas para inscribir a sus partidos. ¿Cómo es posible que ciento treinta colectivos de izquierda, que sacan anuncios a página entera en algunos medios de comunicación, no logren movilizar ni siquiera a mil personas -mil entre los 130 colectivos de panfleto-, donde cada una de esas mil, logre hacer firmar un planillón de treinta adherentes? No lo logran porque no son nada, no representan a nadie, viven engañando y haciendo del engaño su modus vivendi. Si no fuera cierto esto, hace rato hubieran inscrito no uno, sino diez partidos comunistas.
Gritan, chillan, aúllan, viven de histeria en histeria, no aportan nada, carecen de ideas, no tienen ni una sola propuesta, son puro slogan y propaganda repitiendo una y otra vez lo mismo, para no decir nada bueno. Pero además, con un gobierno que nació de milagro y resentimiento de esa fuente de maldades y que ahora se pone de costado con sus aliados de antes, enemigos de hoy.
Y en la tribuna del frente… no existe un liderazgo de oposición, por eso hacen lo que les da la gana a diario, tanto el gobierno nacido de las izquierdas del odio, como los grupos de las protestas generadoras de más odio, como si dejarlos hacer y dejarlos pasar fuera lo correcto. Y no es así, mucho cuidado.
Se necesita una o dos voces fuertes de oposición democrática al gobierno, sino, ese espacio será asumido por los violentos y por los subversivos, mucho cuidado, ya vienen caminando.