Cada mañana parece el mismo café de todas las mañanas que se parecen entre sí, ni muy caliente que queme, ni muy templado que se deje de tomar, con sacarina -que no sé lo que es, frente a la deliciosa dulzura del azúcar-, pero me lo tomo y hago lo mismo en la universidad ahora que tengo mi Starbuck’s con wi-fi “y el grupo” se junta para ver que haremos, sin tener ganas de hacer algo…
Así comienza la vida de un caviar en su mundo de la universidad, como alguien inútil, queriendo ser más inútil.
Cada mañana es el mismo café de todas las semanas, que la empresa compra en latas de oferta. No es el café que a uno le gusta, de granos, con aroma egipcio y al tomarse, con una sensación franco-hindú en cada sorbo. No, es un café de tercera, molido en rodillo, sin ser puesto bajo el sol de un campo inocuo de rayos ultravioleta, cubierto de las ondas de la capa de ozono, así, ecológico y ambientalista. Pero me lo tomo y hago lo mismo cuando salgo unos minutos de la oficina para fumar un pito o ver en mis redes sociales si ya cayó Dina o los de Puno siguen sin venir a Lima como prometieron y no lo hacen. ¿Qué esperan, que yo los libere?…
Así comienza la vida de un caviar en su mundo laboral, como alguien siempre inútil, infeliz de no ser un inútil completo.
Cada mañana parece el mismo día y la misma hora cuando veo dónde hay un café y todos lo cafés se parecen entre sí, ni muy caros que no los vaya a pagar, ni muy baratos que no los vaya a tomar, con una gotas de Stevia -que no sé lo que es, frente a la deliciosa dulzura del azúcar-, pero hago que me inviten, sin tener ganas de hacer algo. Tengo que entrar al tuiter y al face para ver a los conservas, a los achoris de las redes, mientras espero el yapeo para pagar mi menú, tomar un colectivo a Miraflores y hacerme pasar por vecino de allá, para gritar desde aquí, con tal de molestar.
Así comienza la vida de un caviar en su mundo virtual, como alguien totalmente inútil, incapaz de lograr ser un inútil completo.
Cada mañana, los caviares de la universidad privada, que quieren que todo sea estatal, los caviares que están en planillas de empresas privadas y quieren que todo sea empresa estatal, y los caviares de las redes sociales que quieren marchar y nunca lo hacen, pero piden dinero para promover sus odios y acomodos, se toman un café para tratar de pensar en algo que jamás pensarán: estudiar, trabajar, amar al Perú.
Por eso, un caviar menos, en un patriota más.