Quienes nos dedicamos a la educación les hemos dicho a nuestros alumnos miles de veces que respondan a las preguntas de sus exámenes con claridad y sin palabreo. A pesar de esas advertencias, que son recurrentes, a la hora de corregir nos encontramos con respuestas que son “puro floro” como para querer impresionar.
Cuando pasa el tiempo y los jóvenes han vivido escuchando palabras sueltas que no tienen un sustento lógico y objetivo, ellos piensan que esa es la manera de comunicarse.
Víctor Andrés Belaunde decía que el Perú es un país donde abundan los discursos. Efectivamente es así, lo vemos en las plazas de los pueblos, en las curules de los políticos y en las grandes celebraciones. El discurso no puede faltar. Lo que ocurre en el 90% de los casos es que son solo palabras, que se las lleva el viento.
Escasa comprensión de lo que se escucha y de lo que se lee
Estamos acostumbrados a oír sin comprender, a escuchar solo el ruido, que suene bonito para aplaudir. Los oradores pintan maravillas con sus palabras y los políticos prometen un futuro de éxito y limpieza. Nada de eso se cumple, en la mayoría de los casos es pura verborrea.
La falacia del deslinde
Los periodistas se estancan en una frase que se dijo, para preguntarle al que la dijo, porqué la dijo, y si es algo que lo compromete negativamente, se le conmina a que haga un deslinde, como si eso fuera a cambiar lo que lleva dentro y que además se refleja en toda la trayectoria de su vida. Se pierde el tiempo en conversaciones que no llevan a nada.
Son idas y venidas de un puro bla, bla, bla, que son hojas que caen y ensucian el suelo.
Autoridades mudas y sordas en un griterío que reclama justicia y sensatez
Podemos ver, en una serie de acontecimientos, lo que ocurre cuando “las papas queman” salen las críticas furibundas de diversos sectores, con pruebas y evidencias contundentes y todo sigue igual, todo el esfuerzo se va en hablar, publicar, enseñar audios y videos. Todo el mundo lo sabe, pero, nadie hace nada y es peor cuando no se sabe quiénes son los que deberían hacer algo.
La política de la inacción, como si el bien estuviera anestesiado y completamente paralizado, mientras el mal avanza, tomando cuerpo e invadiendo todos los espacios como un virulento cáncer en metástasis.
Pulpines imberbes y calzonazos eclécticos
Parece que fueran los buenos y sensatos. Usan argumentos de conciliación cerrando los ojos a la realidad. Unos por no tener experiencia y otros por “cansancio” y hartura.
Estos buenos, “son tan buenos” que están asustados, pero guardan una falsa esperanza creyendo que el lobo se puede convertir en oveja.
El gran daño que ha hecho el relativismo es crear una mentalidad ecléctica que hace pensar a una relativa mayoría que el acierto es el término medio entre el bien y el mal. Es entonces cuando se genera una “tonta pasividad permisiva” que deja hacer a los sembradores de la cizaña, porque creen,“no son tan malos como dicen algunos”.
Las posturas melifluas son las peores. Al mal hay que combatirlo decididamente, si no se propaga como una devastadora plaga que arruina todo en un instante. Hacer el bien cuesta mucho, destruirlo no cuenta nada. Los microbios son más peligrosos que los leones.
Esperanza y acción
¡Que todos hagamos algo! y que nadie se quede como espectador esperando que caiga el maná del Cielo. No nos quedemos parados mirando el huayco que se viene directo. Pongamos los muros de contención para desviar su cauce y que no nos caigan encima.
Como decía San Josemaría: “pongamos los medios sobrenaturales como si no existieran los medios humanos, pero al mismo tiempo pongamos todos los medios humanos como si no existieran los sobrenaturales”
Imagen referencial, Hemiciclo Congreso del Perú
Para tener en cuenta…