Hay muchas formas de entender un suceso, un acontecimiento, pero para entender la política peruana y a los políticos peruanos, no existen formas racionales de lograrlo porque los ciudadanos debemos ponernos a la defensiva por momentos y a la ofensiva permanentemente, si queremos sobrevivir al esfuerzo de tratar de comprender porqué ocurren tantas torpezas, crímenes y componendas realizadas en contra de nuestras libertades, en contra de la democracia, la justicia y la paz.
Un ejemplo sencillo: Todos los precios de los combustibles se han duplicado injustificadamente durante el actual gobierno, en especial las gasolinas y el gas de casa, pero existe un silencio incomprensible, un alertagamiento intolerable: la dictadura del conformismo, como lo hemos denominado aquí en Minuto Digital Perú desde el principio.
Pero si ese silencio, si ese conformismo está tapando los ojos y sellando los labios de toda expresión de protesta, ¿Acaso los políticos no deberían ser el antídoto para resurgir en defensa de nuestros derechos?
Pero si ese silencio, si ese alertagamiento está como encapsulando a los ciudadanos, sobretodo a los líderes de cada hogar, acobardando todo intento de participación ciudadana, ¿No son los políticos los llamados a encender el grito de rebeldía que se necesita para impulsar el cambio que con urgencia se requiere?
Sólo esas dos preguntas nos revelan la inoperatividad de los políticos o su complacencia con el status quo, con el silencio, con el conformismo que a ellos les conviene para seguir lucrando, para seguir mintiendo, para seguir pirateando contra la democracia y la libertad.
Millones de desempleados no sólo por la pandemia, sobretodo por la criminal política económica desde Vizcarra, pasando por Sagasti y ahora con Castillo, han demostrado que la única salida es la informalidad (cuando el gobierno está ausente de su responsabilidad, pero presente en su irracionalidad).
Contrabando en cifras alarmantes, narcotráfico desbocado y protegido en todos los niveles, deforestación y tala de la amazonía, minería ilegal contaminante por encima de la industria minera formal, pesca negra y depredadora en el Mar de Grau, autoridades corruptas y convocatorias públicas para más corruptos en ministerios y organismos del Estado… la justicia ausente y la impunidad presente.
¿Esta maravillosa nación llamada Perú, merece que el drama, que el delito se convierta en costumbre?
Por eso la pregunta no es de ahora, ni de ayer, sino de casi toda la vida transcurrida:
¿Qué clase de políticos tenemos en el país? ¿Los sin rumbo porque andan viendo de dónde lucrar? ¿Los que agrandan su bolsillo robando de nuestros impuestos o quitándole al que invierte sus ahorros, al que trabaja sin descanso? ¿Los y las nuevas mentirosas que se arañan de hipocresías?
¿Eso aceptamos? ¿Por ellos es que vamos a votar nuevamente y otra vez y así sucesivamente?
Si sabemos donde está la causa de todos los males, ¿Porqué no la extirpamos?
Imagen referencial, niño pateando lata, Keith Proctor