Un nuevo ataque subversivo contra una de las empresas mineras más importantes y estratégicas del país, ha conmovido por la crueldad de los asesinatos efectuados por miembros de los cárteles de la extracción ilegal de minerales. La empresa afectada es Compañía de Minas Poderosa, una compañía minera aurífera ubicada en el distrito y provincia de Pataz, La Libertad, Perú, que cuenta con tres unidades de producción: Marañón, Santa María y Palca, teniendo oficinas administrativas y almacenes ubicados en Lima y Trujillo.
En Poderosa, la fuerza laboral está compuesta por más de 8,000 trabajadores, entre el personal de las empresas contratistas y los de planilla propia, ambos grupos expuestos al ataque artero e inmerecido de organizaciones criminales relacionadas con el narcotráfico, la extracción ilegal de recursos mineros y la trata de personas. Una mezcla peligrosísima de criminalidad “especializada” que las oenegés extremistas han protegido desde diversos flancos justificando indirectamente esos ataques.
¿Quiénes son esos grupos y a qué calendario de agitación obedecen?
Es conocido que las fuerzas oscuras de las izquierdas del odio -el marxismo leninismo reinventado es sus nuevas formas de participación política-, inspiran y conspiran junto a esos cárteles de la denominada “minería” informal, cuya esencia está alejada de un proceso de formalización, ya que la zona de Pataz es una ruta para el narcotráfico y a modo de blindaje, se enmascara con extractores ilegales de oro, en este caso, que dominan y contaminan los ríos y campos de cultivo, sometiendo a los campesinos y pobladores de la provincia al miedo y el terror, ya que la declaratoria de Estado de Emergencia no ha servido para nada, sintiéndose la ciudadanía, los trabajadores de la empresa y la propia Policía Nacional, en Estado de Abandono. Y es que el rol de protección a los pobladores y a los trabajadores no lo han asumido las Fuerzas Armadas, sino un grupo no especializado de efectivos policiales cuyo poder de fuego y poder de control en la zona, es nulo. Entiendan esta afirmación: la Policía Nacional del Perú no está capacitada para repeler estos ataques, si se les trata a los delincuentes como “grupos en pugna”, porque la realidad demuestra que las bandas criminales tienen un objetivo: tomar Poderosa, ese es el problema en curso y Poderosa está demostrando una inquebrantable tolerancia que puede llegar a su límite, porque las fuerzas políticas de las izquierdas del odio, han sembrado temas falsos de contaminación de aguas y ríos, temas de distanciamiento y discriminación con las comunidades y hasta temas de ano atención a las poblaciones, como si el rol del Estado y en este caso, el del gobierno regional, fuera responsabilidad de una empresa privada.
En enero de este año 2025, los cárteles de la extracción ilegal de minerales, efectuaron la detonación de tres cargas de dinamita que destruyeron otra torre de alta tensión en la Línea de Transmisión de 60kv que alimenta de energía la planta Santa María y otros sectores de las labores mineras en Pataz. Con ese ataque sumaron 15 las torres de alta tensión dinamitadas en los últimos 4 años, a lo que hay que añadir las incursiones violentas de los criminales (minería ilegal) que ha traído como saldo la pérdida de vida de más de 20 de trabajadores. Ese ataque se registró tras la renovación del Estado de Emergencia.
Lo que ocurre en esa zona es el reino de la impunidad y la tolerancia al delito y el crimen organizado, hay que decirlo como es y no esconder la realidad. Una alianza narco-política incentiva a la minería ilegal y ha tomado la ruta de Pataz hacia Trujillo y desde allí a varios puertos de embarque como Chimbote y Paita, convirtiéndose en un corredor de gran importancia para los cárteles locales que abastecen a las grandes firmas extranjeras. Lo que resulta evidente es que la relación entre los cárteles se ha vuelto una especie de práctica, juntando en algunas operaciones a cárteles de la pesca negra, con los de construcción civil los de la minería ilegal, los del transporte, aquellos de la siembra de marihuana y producción de látex de opio y lo más importantes en el entramado: los cárteles locales y regionales de la política.
¿La izquierda del odio ha establecido alianzas pro criminalidad e impunidad?
De acuerdo a nuestras fuentes, eso es lo que ocurre, porque a diferencia de los movimientos y organizaciones pro democracia, las izquierdas extremistas -las del odio-, juegan a un peligroso toma y daca, como ocurrió y ocurre en el Huallaga Central desde la formación y participación electoral de agrupaciones violentistas para dar paso luego al partido comunista Perú libre, que ahora, con un rostro de anticaviarismo, esconde su verdadera mirada y rabia.
El armamento de los grupos de la minería ilegal es de alto poder, sus vehículos cuentan con capas de blindaje de espesor resistente al poder de fuego policial, la distribución de dinero en compra de información y autoridades y hasta medios de comunicación es impresionante: se trata de una guerra entre el Perú y la criminalidad que ahora se luce con recursos inimaginables, donde emplean drones inclusive, mientras la Policía carece hasta de rancho en algunos días de trabajo. ¿Así se puede combatir?
Y por supuesto, desde el gobierno nacional nada se ha hace de manera efectiva. Esa es la realidad en un país donde ya hay zonas liberadas o en conflicto permanente, escalando la violencia a niveles insospechados.
Mientras no exista una agenda pro democracia, por la increíble cantidad de partidos que nadie sabe qué son y dónde están, las izquierdas del odio avanzan su plan de daño al Perú, usando el pretexto de la informalidad, cuando sabemos que se trata de la ilegalidad desencadenando su mano de fuego. Y eso, es lo que le conviene a las izquierdas del odio.
Hoy atacan otra vez Poderosa, ayer Antapaccay, antes Las Bambas… impiden Conga, impiden Tía María… atacan el Oleoducto Nor Peruano… ¿Se dan cuenta?
Y mientras tanto, la extracción ilegal de minerales en Madre de Dios, en Arequipa, Puno, Ica, Cusco y casi todo el territorio nacional, sigue impune, exponiendo a cientos de miles de ciudadanos al maltrato y la explotación más inhumana, contaminando nuestra Amazonía, invadiendo reservas nacionales y zonas arqueológicas protegidas.
Si la izquierda del odio llega a dominar sobre la minería formal, sólo quedarán dos opciones: guerra frontal con la mayor fuerza y energía posible o, sumisión al caos y la anarquía. Las izquierdas del odio, van por el caos y la anarquía.