Hagamos un sentido de reflexión para desarrollar algunas ideas. Por ejemplo, leyendo a Pablo Simón, que es profesor titular de ciencia política en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid, encontramos un artículo donde nos explica algunos aspectos muy importantes de uno de los padres del republicanismo liberal, Alexis de Tocqueville.
Dice Pablo Simón que “este académico y político de origen francés estableció en una de sus obras más influyentes, La democracia en América, uno de los pilares fundamentales del pensamiento político de su época (…) Para él hay una inevitable tendencia hacia un mundo en el que la pasión por la igualdad estará para siempre en el centro de todas las cosas. A caballo entre filosofía y sociología, su pregunta central es si esa pasión nos arrastra inevitablemente a un tiránico egoísmo individualista o la democracia podrá tener redención que nos haga ser a todos ciudadanos libres”.
Uno podría decir que todos hablan y dicen hablar en nombre de la igualdad, pero lo concluyente es que no existe la igualdad, que todo ese dicurso es solamente parte de la demagogia con que vive cargada la política (discursos, promesas, demagofia y populismo).
“Entre las muchas acepciones del término democracia, en la obra de Tocqueville pueden destacarse dos sentidos: la democracia como régimen político, que conforma la primera parte de La democracia en América, y la democracia como estado social analizada en la segunda. Según la primera acepción, la democracia sería un conjunto de determinadas formas políticas, entre las cuales cabe destacar el principio de la soberanía popular. Pero la noción tocquevilliana de democracia apunta sobre todo a un estado social cuyo hecho generador, cuyo principio único, es la igualdad de condiciones tras la destrucción del Antiguo Régimen. Esta última implica que no existen ya diferencias hereditarias de condición y que todas las ocupaciones, honores y dignidades son accesibles a todos. La igualdad de condiciones trae consigo la movilidad social” resume Pablo Simón con aguda sencillez.
De aquí que unos y otros, enfrentados, hablan de diferentes formas sobre la igualdad y la anteponen a la Libertad, grave confusión. La igualdad no es un “estado real de cosas”, sino una percepción, ¿lo sabías? Que los desiguales se sientan iguales pero sean desiguales, no conforma un nuevo mundo igual para todos, sin embargo, cuando hablamos de igual acceso a las oportunidades educativas por ejemplo, se abre otra escena donde partimos iguales, siendo desiguales, para seguir siendo desiguales pero con la opción que las desigualdades sean inversas.
Como llega a decir Alexis de Tocqueville con rotundidad, en América hay muchas personas ambiciosas y ninguna gran ambición. Muchos hablan de un país de iguales, pero pocos ambicionan un país igual para todos.
“En diferentes pasajes Tocqueville se pregunta con cierta amargura la causa por la cual en los pueblos democráticos el amor por la igualdad es más ardiente que el gusto por la libertad. A su juicio tal inclinación se debe al hecho de que, mientras que la igualdad aparece como un don gratuito, la libertad es un bien por el que es preciso luchar. Asimismo los encantos de la libertad se descubren a largo plazo, mientras que la igualdad ofrece bienes que pueden disfrutarse rápidamente. He ahí la conocida como «enfermedad infantil de la democracia». Lo cómodo es enemigo de lo libre” vuelve a descifrar Pablo Simón con perfecto orden la escena de la igualdad y la riqueza de la Libertad.
Y sigue explicando Pablo Simón que: “Tocqueville llama nuestra atención hacia la creciente centralización de los gobiernos: el desarrollo de inmensos poderes tutelares que, de buena gana, aceptan la carga de dar comodidad y bienestar a sus ciudadanos. Los hombres democráticos abandonarán su libertad a estas poderosas autoridades a cambio de un despotismo blando, que provea de seguridad a sus necesidades y facilite sus placeres. Es decir, el vaciado de la política democrática a favor de un Estado benevolente que nos lo da todo para consumir pero que inevitablemente nos priva de libertad. De nuevo, ecos muy modernos”. Así, Tocqueville argumentaba que semejante gobierno no era incompatible con las formas de la soberanía popular. El pueblo en conjunto muy bien puede consolarse sabiendo que él mismo eligió a sus amos. De ahí que la democracia origine una nueva forma de despotismo: la sociedad se tiraniza a sí misma”.
Como pueden nuevamente apreciar, es fundamental la participación ciudadana en los asuntos públicos, pero con un efectiva voz de presencia, constante, fuerte, consecuente. En este mar muerto de la política, pueden hacerse muchas cosas buenas porque hay más gentes buenas queriendo hacerlas en bien de todos y no de sus bolsillos abiertos -como los de los politicos- al dinero ajeno, con métodos turbios.
Les recomiendo leer a Pablo Simón, español. Comiencen con “Entender la politíca: Una guía para novatos”
“En un sentido amplio, la política se entiende como el proceso de toma de decisiones colectivas que afectan a un grupo. Esto pasa cuando hablamos de la política del Gobierno, pero también de la política de una empresa o de un club de fútbol”