No es un día tranquilo, tampoco digamos que es uno de esos días complicados cuando se piensa en el fin de mes anticipado y el presupuesto que carga las cuentas de la familia no hay cómo cubrirlas, pero se tiene fe en lograrlo. Es un día de cólera por las noticias, es una noche encolerizada en un país con el alma herida, con el corazón desfalleciente, con la mirada cerrada al futuro.
De ciento treinta y algo de congresistas peruanos, tal vez unos diez sean gentes decentes y honorables, no lo sé, quisiera que fueran más, pero lo calculo al ritmo de la oscuridad que trato de descifrar.
De ciento treinta y algo más, la miseria, la ineptitud, la más que mediocridad, llena, abunda e inunda una institución sin rumbo y sin liderazgo que se llama… “el congreso”.
Y en forma paralela -menos de ciento treinta-, desde un gobierno menos que mediocre, más que corrupto y sinuoso en nuestra opinión, se hace y deshace sobre nuestras libertades y sobre la incipiente y débil democracia que aspiramos sea un camino de futuro y esperanzas. Ilusión de un mensaje, ilusión de una palabra, desilusión frente a la realidad.
Pregunto… ¿Hará este congreso prevalecer valores y principios sobre el delito, la corrupción y la impunidad?
Respondo: Jamás lo hará, porque prima en cada voto sucio el afán del dinero también sucio, el figuretismo, la pantalla, el sobre de dinero repleto de “votos a cambio” por defender algún interés subalterno que permita que el delito sea Ley y la Ley sea un delito.
Lo mismo que venimos sufriendo años de años, hoy es una institución: el robo, la corrupción y la impunidad, convertidos en gobierno, convertidos en el congreso.
¿Saben cuántos partidos políticos están oficializándose? Más de veinte. Eso signifca que en poco tiempo, habrán más de cuarenta mil candidatos en listas a municipios distritales, provinciales y regiones (entre regidores, alcaldes, miembros del consejo regional y gobernadores) y además, los primos, cuñados, entenados, amantes, firmes y olvidadas, hijos directos e indirectos, suegros, primos, cercanos y ayayeros… más ladrones robando a los más pobres y a la clase media para que la clase media sea más pobre y los pobres, la última humanidad abandonada.
¿Existe una forma de parar esto? Por supuesto, la Ley y la represión al delito.
Ricardo -me preguntan-, ¿Hablas de meter bala? Digo que hay que aplicar la Ley y accionar la represión en defensa de los ciudadanos y sus familias. ¿O es que por usar la represión al delito se comete otro delito?
Digamos y hagamos las cosas correctas: si hay un crimen se identifica, se persigue y se captura al delincuente; se le castiga como resarcimiento al daño, pero sobretodo como protección y defensa de la sociedad, recuperación y rehabilitación del condenado. Para capturarle y para reprimir el delito, hay que usar los instrumentos y medios que la Ley nos prevee, entonces… hagámoslo.
Si el comunismo es o significa acabar con las libertades, ¿Eso, el comunismo, no es un delito? Entonces, con mayor razón porque se trata de nuestras Libertades, hay que reprimir ese delito con mucha fuerza, la de la Ley, siempre.