La pregunta se hace cada vez más como un reclamo, porque estamos a la deriva, sin liderazgo, manteniendo un grupo que cree que gobierna pero está haciendo mal las cosas, encerrándose en una vanidad sin precedentes y tratando de hacer propaganda para seguir hasta el 2026, que siendo algo constitucional, no es lo más prudente para una gran mayoría de los peruanos.
Si dejamos de lado el tema de la pelea izquierdista Castillo-Boluarte como un segmento del teatro político que hemos y estamos viviendo todavía, notamos que la construcción de la imagen del gobierno Boluarte-Otárola no es de lo más trascendente y elogiable que se pueda considerar, porque es una estructura muy mal armada, sin rumbo, sin planes mínimos y de corto plazo, agotada en peleas hacia atrás, en vez de convocar “hacia adelante”.
Es cierto que la represión y sus resultados, las nuevas formas de enfrentar a la protesta popular en las calles y por otro lado, el increíble y ahora entendemos “planeado”, acordado repliegue de las fuerzas armadas y policía nacional en zonas de alta convulsión, como es el caso de Puno, no dan pie a muestras de humildad o sensatez, en los dos lados, así como tampoco a expresiones de paz y concordia, porque hay demasiadas víctimas y demasiados “interesados” en ese cuadro de horror. Parece irreal, pero es lo que acontece: se trata de mantener un área de conflicto para balancear el apoyo de otras áreas, dividiendo, confrontando a la propia ciudadanía entre los que piden “mano dura” y los que reclaman “elecciones ya”, en una dicotomía inventada, irracional, pero que vende y ha sido comprada en cada lado por la mitad de la población (dividida).
¿Dina Boluarte tiene un guión? Claro que sí, mal guión, bastante perverso en mi opinión. Ella quiere pasar a la historia y no lo va a lograr, cree ella y su cree su séquito, que gobernar con “mano blanda”, con espacios democráticos, no se consigue nada bueno para los que gobiernan –no les interesa el país-, y por eso proclaman a veces “dureza”, imposición y acuerdos de presión para asegurarse el poder hasta el 2026 y posiblemente más. Por eso resiste y se resiste a los canales de la democracia plena. ¿No creen que es eso cierto? Revisen su discurso y el de su socio-vocero Otárola, la imagen creada como medio diario de propaganda, la imitación de estilos autoritarios, la ropa nueva con bordados al estilo del Lagarto (sus asesores de imágen cuando gobernaba, ¿la están asesorando también?), sus movimientos, gestos y “la trupé”, es decir con qué gentes se moviliza.
Es una dictadora informal en crecimiento, eso es innegable y no verlo, es inaceptable en la voz y opinión de gentes ilustradas, salvo que la planilla de Estado se haya extendido a la mano de algunos que sienten que su futura pensión de jubilación es servir de rodillas a lo que no es un gobierno, porque -dicen- “se trata de Castillo o Boluarte” y eso, no es correcto. Se trata del Perú o los incapaces y en la lista de los incapaces, Boluarte y Otárola están ocupando los primeros lugares hace años, igual que Castillo, Bermejo, Cerrón, Mendoza y tantos otros y “ostras”, no es de ahora, no se volvieron capaces o confiables, sesudos e inteligentes por suceder al golpista de Castillo.
La señora que está en palacio, se inspira en una frase que le repitió su asesor argentino, el mismo del Lagarto por si acaso: “nadie recuerda a una mujer política de buen desempeño de gobierno, salvo a Bachellet, pero ella fue elegida, usted no. Entonces hay un camino: ser la primera mujer dictadora, sin decirlo por supuesto, de América Latina”.
En América Latina ocurre un extraño fenómeno social que dura décadas en cada país donde sucede: la mitad aman gobiernos dictatoriales, la otra mitad los rechaza y de esa dualidad, se habla y mucho, naciendo un fanatismo acriollado que la pone en las páginas de la historia. Eso se puede crear, no es absurdo, sucede. Por ello, sigue el argentino diciendo: “Y para eso, necesita crear imagen de fuerza y ejercer fuerza, caminar mucho y abrazar más. Hay que construirle un camino de santidad y látigo moral. Necesita discurso y peones incansables”. Otárola es uno, pero peón dominante, los demás, faltan definir.
Ese es el escenario, no se dejen engañar: No tenemos un gobierno recuperando el sentido de los caminos de la democracia y el respeto a la Libertad; y por criticarlo, no nos pueden decir que ocupamos otra orilla, eso jamás; nosotros seguimos donde estamos, defendiendo la Democracia y la Libertad.
Recuerden que Castillo fue el primer tiempo del escándalo y del odio, y Boluarte-Otárola es el segundo tiempo de lo mismo, pero con otro maquillaje, teniendo el mismo rostro de incapacidad y desgobierno. Sino, ¿Dónde están los culpables de la violencia y el vandalismo? ¿Porqué se abandona a Policías y Soldados? ¿Pueden los gobernantes excusarse de todo y no hacer nada visible en tiempos de crisis y emergencia nacional? ¿Se pueden tener ministros mudos, cero acciones y repitiendo viajes suntuosos y de placer? ¿Quiénes son y quiénes representan la oposición democrática al gobierno? Y finalmente, otra vez más: ¿Porqué se calla tanto el Congreso de la República? ¿Siguen “midiendo” sus posibilidades aspiracionales y de negocios futuros todos los congresistas que hacen reuniones “caletas” de fin de semana para anunciar su posible presidencia si cae Dina y reemplazan hipotéticamente a Williams?
Ese es el Perú de ahora, con un prototipo de dictadora que no va a funcionar.