Es increíble pero a la fecha, en un estudio al que haré referencia en otro artículo, se suman más de trescientos “ángeles y heroínas” que pretenden, por gracia de sus espejos y vanidades, ser escogidos o elegidos como presidentes de nuestra nación, en una especie de divina designación o destino manifiesto por el cual, ellos “y ellas” son la luz en las sombras y el agua en el desierto.
Ya lo decía hace algunos años al escribir que “para ser presidente, con honestidad y capacidad, es necesario no estar conspirando para serlo, porque conspiran los que no están capacitados, los que no son honestos”. Y por eso los castillos, toledos, humalas y otros tantos, fueron la decepción como gobiernos y el escándalo como delincuentes.
En el Perú se necesitan gentes buenas, que las hay y muchas. Se requieren mentes lúcidas, de temple y sensatez, que abundan y están destacando. Pero en la política, es innegable la invasión de incompetentes, ladrones, especuladores, sinvergüenzas y “oenegeístas”, cargadores de títulos y diplomas que no valen nada porque no son nada en experiencia limpia y resultados transparentes en la escena pública o en el trabajo privado.
Gobernar no es sinónimo de robar, eso no lo entienden ni los de las izquierdas extremistas ni los mercantilistas del otro lado, porque vienen a delinquir considerando que esa es su función y para eso son elegidos, como si el voto fuera una especie de acta notarial para permitir el descalabro y el delito. Y encima, se condecoran con la “Orden del Sol”, una distinción que ha perdido nivel y categoría.
Preguntar: ¿Quién quiere ser presidente del Perú? es como ir a la fila de los que adquieren un boleto simple de la Tinka, donde todos hacen en sus mentes el presupuesto de gastos, con el dinero que no tienen ni tendrán. No entienden muchos de nuestros compatriotas, que ser presidente es un honor, no una oportunidad para enriquecerse a costa de los más pobres, de los que pagan impuestos y de los que están luchando por sobrevivr en sus emprendimientos.
Ser presidente no es jugar a la lotería, no es un milagro tampoco, no es el resultado de un afán sucio ni la respuesta al crimen organizado en su rentabilidad oscura. No entienden que ser presidente es y debe ser la mayor ilusión y deber de servicio a todos; no lo quieren aceptar y por eso, los delincuentes se ponen traje y corbata para la foto, mientras ingresan presurosos a cometer sus fechorías.
Necesitamos uno, dos o tal vez tres buenos candidatos, que sean honestos, sin muchos más pergaminos que su vida limpia y una familia honorable. No necesitan bailar danzas ni comer en panca de choclo, no requieren ponerse gorros con plumas ni andar descalzos, al contrario, tienen que mostrarse como son y cómo el éxito de sus talentos les han bendecido.
El Perú necesita después de muchos años, tener un ciudadano que aspire a servir a la nación como su Presidente.