La solución a todos los males que comienzan y terminan en la política peruana, no es que quienes hablamos o hacemos pelea a las izquierdas del odio y sus tentáculos progres, caviares, oenegeros y mediáticos, seamos los candidatos que reemplacemos la mancha contaminante de delincuentes y sinvergüenzas que se han apoderado del país casi toda la vida que nos ha tocado estar aquí, en la tierra más fabulosa del mundo, que a la vez, es el territorio con más heridas en el alma, sino que, al abrir la mente, surjan los ciudadanos más capaces y honestos, en la tarea que debemos apoyar en base a continuidad de talentos y honradez, sensatez y tenacidad requeridos y exigidos.
Mirar solamente al que tiene una voz o hace de su voz una respuesta contemporánea, es reducir las posibilidades de ver un cambio efectivo en medio de esta débil y frágil democracia que necesita resurgir con energía, represión y agenda para su sostenibilidad. Energía, porque se trata de no parar, ni dejar que paralicen al Perú. Represión, porque hay que combatir el delito y a demasiados delincuentes y mini cárteles del dinero sucio. Agenda amplia, porque allí estará suscrita el Acta de la Unidad para hacer sostenible en el tiempo, a nuestra nación. No se trata de reactivar el fracasado y burocrático “Acuerdo Nacional” entregado a los caviares para su desarrollo o forma de existencia institucional, porque no han servido de nada ellos, ni ese acuerdo de faranduleros,
No se trata de buscar “bukeles ni ukuleles”, no se trata de mimetizar imaginariamente “mileis peruanos”, mucho menos de desvariar pintando “evos plurinacionales” o “bacheletes bailarinas”. Acá tenemos calidad superior de gentes extraordinarias que en cualquier campo, sabrán liderar y conducir. Lo único que falta, es el grito valiente de unidad para la diversidad, ya que al no tener una Derecha conductora, debemos pasar por el encuentro entre una especie de centro-derecha y los que pretender ser el rostro de la derecha. Pero, no importa si son o no son lo que parecen ser, porque si se construye una convergencia de ideas y propuestas con compromiso de hacerlas, con la misión de hacer de ellas el rumbo compartido y la exigencia obligada, podremos actuar y pensar siempre en grande y sentirnos seguros que iremos por el rumbo correcto, sin traiciones ni medias vueltas.
Requerimos limpieza de rostros y verdad en cada voz, con una sola gran exigencia: ni un caviar o progre debe estar metido, infiltrado o invitado, porque no vamos de fiesta, sino que ingresaremos a una etapa complicada al inicio, que será la base de la recuperación nacional.
Se necesita “antes que una candidatura de unidad”, un programa de gobierno nacional de unidad. Convergencia por la Unidad, a eso apuntamos o fallecemos por culpa de soberbios y vanidosos que creen tener “el derecho a ser eternamente, los candidatos, jamás los elegidos”.