Las noveles y telelloronas cautivan al público cuando se alargan, cuando vienen con una nueva temporada y eso es lo que intentamos alcanzarles hoy día. Una novela, una invención que si guardase alguna coincidencia con la realidad, sería increíble, por no decir otra cosa. Por eso es novela y hasta tocuen (cuento al revés).
Se trata de la vida de un ocioso perenne, chato achatado, bruto pero agresivo, dirigente de amarres y traiciones con sus semejantes, traicionero, covachero y piltrafa de guarida de truhanes. Alias “el asno” ha recorrido en su vida todos los garitos y bulines, ebrio, calato, drogado, gastando el dinero de las cuotas sindicales y del cierre de pliegos en negociaciones sindicales aberrantes. Eso le ha dado vida y por supuesto, poder escalonado.
El asno, se “comparejó” con una violenta residente de una zona donde no se dicen serranos siendo sierra, sino que se creen españoles siendo peruanos, cajamarqueses a más detalles. La seño y él tienen varios hijos blanquiñositos y atrevidos, pero es la cuñada la que goza de privilegios, billete, lictaciones y cariñitos, más que la dueña y los cuñados del destinado.
En algunos tiempos, el asno no era evidente en sus cochinadas, pero entrado en la política le salió la soberbia a él y en mayor escala a ella, la sister, la copartícipe de sus andanzas.
Llegó un día de suertes y ganó la presidencia de un país imaginario, donde un asno puede llegar a ser burro y de burro, presidente. Es un país imaginario, en este cuento también imaginario.
Sucede que estando en su residencia oficial, el asno trampeaba a lo grande, con una “cara de lim”, con otra “rostro de serpentín”. Pero a la doña, nada, ni la manito como cuando salió una vez caminando ante los flashess y nunca más. Ya no le daba la mano a la doña, porque la hermana de la doña era la nueva doña y le pegaba, en secreto primero, ante cámaras de circuito cerrado después.
Y cuando se dieron cuenta, el asno y la hermana que sus negociaciones colectivas, ahora presidenciales, estaban siendo filmadas y descubiertas, le dijo “huye chiquita por la puerta del fondo, que hay sitio”. Ella se molestó, él le besó las manos y ella las sacó de su boca de babas aceitosas y le dijo que era un cobarde, que ella sí iba donde tenía que ir y decía lo que tenía que decir. No como el asno, ahora burro, que se callaba porque le ordenaban callar.
Muy lleni, ella, maltratadora, gritona, sobrada, soberbia, mala y tres veces fea, le dio un beso largo y luego lo golpeó, salió de la residencia envuelta en trapos de campo y sombrero de fonda.
Al día siguiente emplazan los buscadores de la ley y de los periódicos por la película del pornjub y les responden los caporales del venusterio que todo es secreto “destado” y que los videos no son de uso ni de vista de espectadores. No se percatan que las escenas del beso, la mano en donde no se debe, del agachón y las cachetadas se registraron.
Las borran y los minutos ya no cuentan completos las horas de la pareja, la pelea del instante previo a la fuga y lo peor, la aparición en escena de la doña, de la titular que rompe otra vez en llanto ante la traición consumada.
¿Qué nuevos escándalos se taparán? ¿Veremos el beso de las judas entre las hermanas del campo? ¿Será que el viejito tonto también juega en tercera? ¿Juan la llamaba mientras silbaba y ella mangoneaba al asno?
Estas y otras narraciones imaginarias, en mi siguiente radionovela, también imaginaria.
(gracias MDP por permitirme reír y escribir de estas risas)
Imagen referencial: “Las cholitas luchadoras” del estado plurinacional de Bolivia